El visitante se va a encontrar con el repertorio más completo del Bosco, uno de los artistas más enigmáticos e influyentes del Renacimiento, con el que podrá conocer su personal visión del mundo. «Lo que destaca de este artista es su capacidad de invención, su originalidad. No solamente en cuanto a la técnica, que renueva, sino en los contenidos. Parte siempre de la realidad y para ello toma los objetos de la vida cotidiana, de la naturaleza. Es un paisajista excepcional, renovador con sus escenas de la pintura de género, con las que renueva por completo la pintura flamenca», explica la comisaria, jefa del Departamento de Pintura española (1100-1500) y Pintura flamenca y Escuelas del Norte del Prado.

Gracias al interés que mostró por el Bosco Felipe II, en España se conservan ocho originales que figuran en la exposición. El Prado, heredero de la Colección Real junto con Patrimonio Nacional, custodia seis de estos trabajos entre los que destacan los trípticos de El jardín de las delicias, la Adoración de los magos y el Carro de heno. A ellas se suman el Camino del Calvario de El Escorial y San Juan Bautista de la Fundación Lázaro Galdiano.

Préstamos excepcionales

Junto a estas obras hay que incluir el préstamo excepcional del Tríptico de las Tentaciones de San Antonio del Museo de Arte Antiga de Lisboa, y otros procedentes de instituciones como el Albertina y el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la National Gallery de Washington, el Musée du Louvre de París o el Polo Museale del Veneto de Venecia. «De los que se consideran originales de El Bosco solamente tres pinturas no están en esta muestra», recuerda Silva.

La exposición, patrocinada por la Fundación BBVA, incluye también obras realizadas en el taller del Bosco o por seguidores a partir de originales perdidos. Otro grupo de obras, entre las que figuran pinturas, miniaturas, grabados a buril de Alart du Hameel, relieves de Adrien van Wesel y el manuscrito del Comentario de la pintura de Felipe de Guevara, permite entender mejor el ambiente en el que se gestaron las pinturas del Bosco, la personalidad de alguno de sus patronos, como Engelbert II de Nassau, o la valoración que se hacía de la pintura en el siglo XVI.

Más que demonios

Con la reunión, por primera vez, de la mayoría de sus obras en un mismo espacio se pretende contribuir decisivamente a dilucidar algunos de los interrogantes que aún planean sobre este artista. Como asegura la comisaria, «es un artista muy misterioso. Tenemos mucha documentación en la que se informa de obras menores, pero es que todos los talleres de pintura hacían estos trabajos, era de lo que vivían normalmente. Por ejemplo, en la reconstrucción de la capilla de la cofradía de Bois-le-Duc le encargan el dibujo de una vidriera. Para hacerlo a tamaño natural compra unas sábanas viejas. Y luego le pagan para que explique al vidriero cómo tiene que llevarlo a cabo. Con esto me refiero a que sabemos cosas de El Bosco, pero quizás no todo lo que queremos saber».

Pero con esta exposición también se quieren dejar a un lado los tópicos creados su alrededor. «El Bosco es más que demonios, que es como lo consideraban en el siglo XVI la mayoría de sus seguidores y los bosquianos. Él hace demonios cuando representa el infierno, pero si no está representando la naturaleza, tanto el paisaje como las ciudades o los hombres. Anticipa la creación del paisaje sin presencia de animales ni hombres», explica Silva.

Para ello se ha realizado una restauración sistemática de sus originales, gracias a la colaboración de la Fundación Iberdrola España. Una campaña que ha culminado con la restauración de la Adoración de los magos, una de las obras maestras del artista, y las Tentaciones de san Antonio, que ha recuperado el remate de medio punto original, lo que permite comprender mejor la composición y valorar esta versión única del tema.

Además se ha vuelto a analizar sus obras gracias a los últimos avances. Se pueden contemplar parte de los resultados de este estudio en la reflectografía infrarroja y la radiografía de El jardín de las delicias, que permiten verificar el proceso creativo de la obra, con los sorprendentes cambios que el artista realizó desde que inició el dibujo subyacente hasta que concluyó la superficie pictórica.

Abiertos y cerrados

El Bosco. La exposición del V centenario cuenta con un montaje expositivo distinto en el que se presentan exentos sus trípticos más relevantes para que se puedan contemplar tanto el anverso como el reverso, todos ellos articulados en siete secciones. La primera de ellas, El Bosco y ‘s-Hertogenbosch, sitúa al visitante en Bois-le-Duc, la ciudad donde transcurrió su vida, situada al norte del ducado de Brabante (actual Holanda), a la que vinculó su fama al firmar sus obras como Jheronimus Bosch. También se podrá ver la obra de unos artistas que trabajaron al mismo tiempo en ella como Alart du Hameel o Adriaen van Wessel.

Dada la dificultad de plantear una cronología, el resto de apartados son temáticos. Así, el espectador se encontrará con Infancia y vida pública de Cristo, en el que se repite el tema de la Adoración de los Magos, con el que el artista expresa la universalidad de la Redención. Se trata de un tema cercano a la tradición aunque reelaborado con su personal estilo, incorporando elementos simbólicos en sus fondos y edificios, o la figura del Anticristo en el tríptico del Prado. La siguiente sección, Los santos, profundiza en el culto a Job o alguno de los apóstoles, aunque tampoco faltan las santas protectoras como santa Inés, santa Catalina o María Magdalena, o titulares como santa Wilgefortis, la virgen barbuda venerada en los Países Bajos.

Del Paraíso al Infierno se centra en el Carro de heno al que se incorporan varios trípticos en los que el Paraíso y el Infierno aparecen representados en las tablas laterales, aunque varíe la forma de mostrarlos. El jardín de las delicias, profundiza en la obra más admirada del artista, mientras que El mundo y el hombre: Pecados Capitales y obras profanas discurre en torno a la Mesa de los pecados capitales del Prado y el tríptico incompleto del Camino de la vida, compuesto por El vendedor ambulante de Rotterdam, La muerte y el avaro de Washington, La nave de los necios del Louvre y la Alegoría de la intemperancia de New Haven. La exposición finaliza con el tema de La Pasión de Cristo.

Catálogo

La exposición se completa con un catálogo ilustrado realizado con la colaboración de especialistas. El texto de Pilar Silva, comisaria de la exposición, actualiza la biografía del pintor y de su familia, mientras que otros ensayos abordan aspectos más generales, como el de Eric de Bruyn sobre las fuentes del Bosco en textos e imágenes; el de Paul Vandenbroeck, sobre sus valores e ideología; o el de Larry Silver, sobre los pecados y su castigo, tema fundamental en su obra. A estos se suman una conversación de Reindert Falkenburg con El jardín de las delicias y una reflexión de Fernando Checa sobre la recepción del Bosco en la corte de los Habsburgo en Flandes y en España en el siglo XVI.