En esta nueva serie la artista explora el mundo de lo espectral mediante figuras humanas desnudas y en movimiento en escenarios naturales. «La imágenes transmiten una sensación de persecución, como si los seres que viven en ellas huyeran de algo, como si buscaran un refugio del reflejo de lo que fueron», asegura la también fotógrafa Leila Amat. La universalidad y el conflicto del tema tratado, la (in)tangibilidad de la vida espiritual, hace que sus instantáneas se revelen como fotografías de almas evocando cuestiones metafísicas.
Este trabajo «se transmuta en diversas almas perdidas, en una búsqueda solitaria de preguntas y respuestas que se arremolinan y confunden entre las hojas de un bosque cualquiera y atemporal. Todo en esta serie está caído, todo es un salto al abismo desde una realidad», continúa Amat.
Su fotografía explora los espacios intermedios entre el movimiento o la quietud o el sueño o la vigilia manteniendo ciertas constantes que vertebran su trayectoria artística: la naturaleza, la figura sin rostro, el movimiento y una misteriosa poética. A nivel estético son fotografías de gran belleza e intemporalidad realizadas con encuadres perfectos, composiciones armoniosas y un cuidadísimo uso de la luz que retrata siempre a la «hora azul», ese momento entre el día y la noche que tiñe de ese tono azulado sus trabajos.
A pesar de su juventud, Irene Cruz ha desarrollado una carrera meteórica. Ha sido galardonada con el Primer Premio en el II Concurso Fotográfico IBERDROLA, el Primer Premio en International Best Videoart of the Year o seleccionada por el CEART para PHOTOESPAÑA 2016. Con más de 200 exposiciones a su espalda, tiene obra en las colecciones más importantes como la Fundación Banco Santander o la Fundación AENA. Vive y trabaja en Berlín.Prolífica carrera