Desde las décadas de 1960 y 1970, diversos escultores se interesaron por una forma de realismo basada en la representación vívida y fidedigna de la figura humana. A través del uso de técnicas tradicionales, como el modelado, el fundido y la pintura, recrearon el cuerpo según diversas aproximaciones, pero con el objetivo común de crear una interpretación del realismo figurativo en clave contemporánea. En palabras de Ron Mueck, “aunque dedico mucho tiempo a la superficie, es la vida interior la que quisiera capturar”.
De este modo, y mediante obras que sorprenden al espectador por su convincente apariencia de realidad, se ponen de manifiesto las múltiples maneras de tratar este tema artístico, su relación con expresiones diversas de la historia del arte y su evolución técnica, desde los inicios del movimiento hasta la actual era digital.
La selección incluye a los más destacados escultores hiperrealistas, comenzando por los pioneros George Segal, Duane Hanson y John DeAndrea. Continúa con la difusión internacional del movimiento: el español Juan Muñoz, el italiano Maurizio Cattelan, la belga Berlinde de Bruyckere, los australianos Ron Mueck, Sam Jinks y Patricia Piccinini o el canadiense Evan Penny, entre otros.
Escultura hiperrealista 1973-2016 pone así de relieve el carácter internacional del hiperrealismo y también su vigencia: la obra Lisa de John DeAndrea, recientemente finalizada, se presenta al público por vez primera. Para conseguir esta visión global, el Instituto para el Intercambio Cultural de Tubinga (Alemania) –con el que el museo colaboró en 2014 en la muestra sobre pintura hiperrealista– ha conseguido préstamos de numerosas colecciones de todo el mundo, según la selección propuesta por su director, Otto Letze, comisario de esta exposición.
La exposición revela modos diferentes de abordar la representación corporal a través de las cinco secciones en las que se ha dividido el recorrido.
Réplicas humanas
En los años sesenta, Duane Hanson y John DeAndrea realizaron esculturas que parecen personas de carne y hueso utilizando procedimientos muy laboriosos y materiales novedosos. El enorme realismo de sus obras transmite al espectador la ilusión de autenticidad y de hallarse ante una réplica humana que funciona como un espejo de sí mismo. Su influencia fue decisiva para la evolución de la escultura en los últimos cincuenta años.
Duane Hanson (Alexandria, Minnesota, EE.UU., 1925–Boca Ratón, Florida, EE.UU., 1996) comenzó a trabajar en la década de los sesenta en figuras humanas a tamaño natural a partir de moldes de fibra de vidrio y resina de poliéster obtenidos de modelos reales, que completaba con ropa y accesorios. Se interesó primero por la crítica social para concentrarse poco después en la representación de personas marginales y de clase media. Junto con DeAndrea, presentó las primeras esculturas hiperrealistas en la Documenta 5 de Kassel (1972).
John DeAndrea (Denver, EE.UU., 1941). Desde comienzos de la década de 1960 ha mostrado su fascinación por el género del desnudo, casi siempre femenino. Emplea moldes de yeso a partir de modelos reales, que luego trabaja en fibra de vidrio y otros materiales sintéticos. Para el acabado utiliza pelo natural y pintura. Consigue así enfrentar al espectador a una presencia viva y ensimismada, cuya corporalidad idealizada remite a la Antigüedad clásica.
Daniel Firman (Bron, Francia, 1966). Su interés por la fisicidad del cuerpo se pone de manifiesto en sus esculturas de tamaño natural, que capturan el movimiento humano evitando reproducir el rostro o la piel, concentrándose intensamente en la presencia de la figura en el espacio.
Paul McCarthy (Salt Lake City, EE.UU., 1945). A partir de la década de 1970, su obra se hace explícitamente provocadora. Utiliza a menudo moldes de modelos reales que repite con enorme precisión técnica consiguiendo así un efecto de réplica que sitúa al espectador en una incómoda posición, a medio camino entre la fascinación y la complacencia del voyeur.
Esculturas monocromas
A finales de los años cincuenta, y tras el predominio de la abstracción, las esculturas monocromas de George Segal dirigieron de nuevo la atención hacia la representación de la figura humana y, bajo su influencia, las siguientes generaciones de artistas desarrollaron la escultura realista. En sus obras la ausencia de cromatismo reduce el efecto de realidad, pero, a cambio, enfatiza el anonimato de la figura y las cualidades estéticas de su corporeidad. Artistas como Keith Edmier o Juan Muñoz aprovecharon estos aspectos para formular preguntas acerca de la naturaleza humana.
George Segal (Nueva York, EE.UU., 1924–Nueva Jersey, EE.UU., 2000). En sus primeros trabajos de finales de los años cincuenta utilizaba madera y alambre como armazón de las figuras, pero en 1961 comenzó a modelar directamente los cuerpos con vendas enyesadas. Contextualiza sus esculturas monocromas con objetos, desde una silla hasta una habitación completa, propiciando así el carácter escénico de sus creaciones y facilitando que el espectador pueda proyectarse en ellas.
Juan Muñoz (Madrid, 1953–Ibiza, 2001). A partir de la década de 1990 se dedicó a la figura humana, a menudo dispuesta en grupos en los que sus integrantes se relacionan entre sí. Sus figuras monocromas están realizadas en bronce, resina sintética y papel maché, y a menudo son de tamaño inferior al natural, lo que les da un carácter intercambiable y serial.
Keith Edmier (Chicago, EE.UU., 1967). Colaboró con varios estudios cinematográficos en Hollywood antes de dedicarse a la escultura a partir de los noventa. Sus obras, con frecuencia de resina sintética, guardan bastante relación con su vida y con su contexto contemporáneo. Las esculturas de tamaño real representan a personas de su entorno, como sucede con la que se expone: su madre embarazada vestida con una copia del traje Chanel que vestía Jackie Kennedy el día en que fue asesinado el presidente.
Xavier Veilhan (Lyon, Francia, 1963). Desde los años noventa se dedica a la escultura y las instalaciones, y con frecuencia integra en su trabajo la fotografía, el cine y la performance y, más recientemente, las técnicas informáticas. Su tema central es el condicionamiento de la visión en la era digital, para lo que altera la superficie y el contorno de sus obras, simplificando o pixelando las formas hasta su desaparición.
Brian Booth Craig (Pittsburgh, Pennsylvania, EE.UU., 1968) goza de gran prestigio en Estados Unidos. Se dedica exclusivamente a la escultura, en su mayoría en bronce y de tamaño natural o reducido. El color arcilloso de sus figuras sitúa el foco de atención en la postura firme y decidida. Sus obras recuerdan el ideal arcaico del ser humano y establecen nexos de unión con la Antigüedad y la mitología.
Partes del cuerpo
A partir de los años noventa, muchos artistas empezaron a dar un nuevo formato al efecto hiperrealista. En lugar de aspirar a crear la ilusión de corporalidad, centraron la atención en partes específicas del cuerpo humano, que utilizaron como soporte de mensajes perturbadores, en ocasiones no exentos de humor. En las obras de Robert Gober o Maurizio Cattelan, brazos y piernas aislados del cuerpo emergen de la pared y provocan asociaciones relacionadas con la infancia o la historia contemporánea. Un precursor de esta tendencia fue el británico John Davies, cuyas cabezas de tamaño natural parecen remitir a fragmentos arqueológicos de esculturas antiguas.
John Davies (Cheshire, Reino Unido, 1946). En sus comienzos produjo dibujos y esculturas de dimensiones reducidas que fue aumentando hasta llegar a figuras de tamaño natural e incluso monumental. Las cabezas a escala real en fibra de vidrio y materiales sintéticos forman parte de su extensa obra junto a las esculturas y grupos realizados fragmentariamente a partir de moldes. El uso de ojos de cristal y objetos en ocasiones fuera de lugar, como conchas y máscaras, da a su obra un efecto inquietante y surreal.
Carole A. Feuerman (Hartford, EE.UU., 1945). Formó parte, junto con Hanson y DeAndrea, del grupo de escultores pioneros del hiperrealismo durante la década de 1970. Tras finalizar su formación artística, empezó a trabajar con bronce, resina, acero y mármol, y en los últimos años su interés se centra también en la escultura pública. Trata desde sus inicios el tema del agua como trasunto de la búsqueda del equilibrio interior. En su trabajo predominan los torsos vestidos con prendas y accesorios de natación.
Robert Gober (Wallingford, Connecticut, EE.UU., 1954). A partir de los años ochenta, su interés derivó hacia la representación escultórica de partes del cuerpo humano, sin renunciar a la pintura, el diseño gráfico y la fotografía. Sus fragmentos corporales hiperrealistas emergen aislados de la pared sin ningún contexto y se enfrentan al espectador con un verismo sorprendentemente inquietante.
Jamie Salmon (Londres, 1946). En sus comienzos trabajó en la industria cinematográfica. Elabora con gran minuciosidad esculturas precisas que crean la ilusión de ser personas de carne y hueso, pero con el fin de romper esa estética de lo real muestra fragmentos del cuerpo y deja a la vista los materiales usados –resina sintética, silicona, goma, telas y pelo natural–, acentuando así la impresión de lo irreal en lo real y obligando al espectador a reflexionar sobre la realidad percibida.
Maurizio Cattelan (Padua, Italia, 1960). Junto a la resina sintética usa materiales vulgares, animales disecados o cabello humano. Sencillas y de tamaño natural, sus esculturas oscilan entre lo grotesco y el sarcasmo. A menudo ofrece una mirada fragmentaria a una escena o muestra partes de objetos o cuerpos situados en contextos desconcertantes y provocadores.
Peter Land (Aarhus, Dinamarca, 1966). En los noventa su éxito creció gracias a vídeos en los que se filma a sí mismo en situaciones grotescas. Sus esculturas muestran a seres en contextos entre lo estrambótico y lo surrealista, enfrentando al espectador con el desamparo del ser humano en el mundo contemporáneo.
El juego de las dimensiones
En la década los noventa Ron Mueck revolucionó la escultura figurativa con formatos insólitos al aumentar o reducir drásticamente el tamaño de las figuras, centrando así la atención en temas existenciales, como el nacimiento, la muerte o la fragilidad de la vida, y mostrando al ser humano desde una nueva perspectiva.
Ron Mueck (Melbourne, Australia, 1958). Desde mediados de 1990, y tras haberse dedicado durante más de dos décadas al diseño de maquetas y efectos especiales para el cine y la publicidad, crea esculturas hiperrealistas de silicona y materiales acrílicos que muestran el ciclo de la vida a través del nacimiento, la enfermedad y la muerte. Aumenta o reduce el tamaño de las figuras, que reproduce con la máxima fidelidad, cuestionando con ello nuestra forma de ver las proporciones y de percibir la presencia espacial de las figuras.
Sam Jinks (Bendigo, Australia, 1973). Trabajó primero como ilustrador y creador de figuras con silicona y látex durante su actividad en la industria cinematográfica. Sus esculturas antropomorfas hiperrealistas, realizadas mediante baños de silicona sobre moldes de arcilla, reproducen el cuerpo humano con verosimilitud fascinante. Las figuras tienen un tamaño inferior al real, lo que, unido a su disposición y a la delicada representación de la piel, acentúa la impresión de vulnerabilidad.
Zharko Basheski (Prilep, Macedonia, 1957) aborda en su obra los desafíos de la existencia humana en representaciones de intenso carácter emocional, aspecto que acentúa jugando con las dimensiones. Algunas figuras son ciclópeas y, por tanto, inabarcables, mientras que otras son de tamaño reducido, lo que las hace parecer vacilantes y recelosas.
Marc Sijan (Serbia, 1946). En la década de los setenta fue ayudante de Duane Hanson y en la actualidad está considerado su sucesor. Para crear la ilusión hiperrealista en sus figuras de tamaño natural, trabaja minuciosamente con modelos reales y lupas hasta conseguir que sus personajes parezcan reales y, a pesar de sus imperfecciones, revestidos de dignidad.
Robert Graham (Ciudad de México, 1938–Santa Mónica, California, EE.UU., 2008). En los años sesenta realizaba figuras de cera de pequeño tamaño encerradas en cajas de plexiglás con las que recreaba mundos en miniatura. A partir de 1970 empezó a fundir en bronce sus esculturas, que seguían siendo figurativas y muy naturalistas. Su obra comprende principalmente figuras femeninas en bronce de tamaño inferior al natural sobre peanas altas y estrechas, que les acercan a una proporción casi humana y les dan un aspecto arrogante.
Realidades deformadas
Los avances científicos y tecnológicos han originado a lo largo de las últimas décadas un cambio radical en la percepción y comprensión de la realidad. De este modo, artistas como Evan Penny o Patricia Piccinini observan los cuerpos desde perspectivas distorsionadas, mientras que Tony Matelli deja sin efecto las leyes de la naturaleza y Berlinde de Bruyckere cuestiona la muerte y la existencia humana con sus cuerpos retorcidos.
Evan Penny (Elim, Sudáfrica, 1953). Sus esculturas representan el cuerpo humano, y especialmente la piel, con asombrosa precisión. Al comprimir, estirar y desplazar las proporciones reales, crea efectos distorsionadores similares a los de la fotografía, la televisión o el tratamiento digital de imágenes. Sus esculturas engañan al ojo del espectador y cuestionan nuestra percepción en la era de los medios digitales.
Berlinde de Bruyckere (Gante, Bélgica, 1964). Desde la década de 1990 experimenta con materiales orgánicos como la cera, la madera, la lana, el paño y la piel y el pelo de caballo. Inspirada en parte por imágenes de los medios de comunicación, De Bruyckere produce esculturas deformadas de madera y cera que evocan el cuerpo humano o partes de mismo y que, al estar dotadas de capas de color y vendas, parecen profundamente vulnerables y sumergen al espectador en la muerte, el dolor y la tortura que subyace en ellas.
Tony Matelli (Chicago, EE.UU., 1971) estudió en Nueva York, Wisconsin y Michigan, y después trabajó algunos años con Jeff Koons. En su obra, de enorme perfección técnica, la gravedad parece no existir, el tiempo se ha detenido y los materiales no son lo que aparentan. A menudo presenta a sus personajes en situaciones grotescas que desconciertan al espectador.
Mel Ramos (Sacramento, California, EE.UU., 1935). En 1963 participó en la exposición Pop! Goes the Easel, junto con Andy Warhol, Roy Lichtenstein y James Rosenquist, lo que dio un gran impulso a su carrera. Sus pinturas, dibujos y esculturas parodian las imágenes triviales de la industria publicitaria a través de desnudos femeninos eróticos que promocionan productos comerciales de gran consumo.
Patricia Piccinini (Freetown, Sierra Leona, 1965). Crea seres híbridos de silicona y plástico, a medio camino entre lo humano, lo animal o la máquina. En un primer momento, las figuras hiperrealistas deformadas, con pelo en diversas partes del cuerpo y protuberancias viscosas, pueden parecer misteriosas e inaccesibles, pero el espectador intuye en ellas cierta dignidad humana.
Allen Jones (Southampton, Gran Bretaña, 1937) es uno de los más destacados representantes del pop británico. El tiempo transcurrido en Estados Unidos, donde conectó con el mundo de la publicidad y el marketing, las técnicas de ilustración y el pop art, ha ejercido una influencia decisiva en su obra. Jones debe su fama a las figuras femeninas eróticas y provocadoras, y en especial a las esculturas-mueble que motivaron la respuesta airada del feminismo y aún hoy cuestionan aspectos como la moralidad y la feminidad.