La muestra -que reúne más de 200 piezas, entre las que destaca una cabeza de Escipión El Africano procedente de Italia- se divide en seis espacios y comienza con un acercamiento a la personalidad pública de esta notable familia de políticos y militares de la Roma republicana. A partir de aquí explica el funcionamiento del Ejército romano y su importancia a la hora de conformar un modelo que resultó muy eficaz en la romanización de los territorios ocupados.
Deteniéndose en la importancia de la armada romana, la tercera sala narra el desembarco de las tropas romanas en el año 218 a.C. en Ampurias. Con la llegada de los dos primeros Escipiones, Cneo, al que le sigue su hermano Publio Cornelio, tío y padre del Africano, empezó la campaña de conquista y ocupación de Hispania.
Tarraco
Ampurias se convirtió en su principal base militar y administrativa y fue punto de partida para la romanización de la península, en la que Tarraco jugó un papel fundamental. Hay piezas muy expresivas de ambas ciudades que ilustran las transformaciones sufridas, en un mismo territorio, por la convivencia de comunidades culturalmente tan ricas y diversas como la griega, la latina y la ibérica.
El cuarto espacio estudia la figura de Escipión el Africano -apodo que mereció tras su victoria sobre el gran general cartaginés Aníbal en su propia territorio-, el gran conquistador de Hispania: desde la toma de la capital hispana de los cartagineses -Qart Hadasht, después Carthago Nova (actual Cartagena)- hasta la fundación de Itálica, próxima a la fenicia Spal (Sevilla).
La siguiente sala se ocupa esencialmente de Escipión Emiliano, nieto y continuador del legado de Escipión el Africano, quien puso fin a las ambiciones de Cartago destruyéndola por completo. Enviado a la provincia de Hispania con el objetivo de reconducir el conflicto con los belicosos celtíberos, protagonizó uno de los episodios más importantes de la conquista romana y uno de los más presentes en el ideario colectivo español: la toma de Numancia.
Augusto
El recorrido termina con una representación del complejo perfil ideológico y político de los Escipiones, evocando al emperador Augusto, entendido como culminación de esta saga que cambió para siempre la historia.
La llegada de los romanos a la Península no solo supuso un cambio trascendental para sus habitantes, sino que resultó un camino de ida y vuelta en el que los Escipiones se vieron vivamente influenciados por lo que vieron y vivieron en su periplo hispano. Así tuvieron influencias meramente técnicas, como la de las armas nativas en la definición de la espada o gladius romano (llamado gladius hispaniensis) y otras más sutiles pero profundamente poderosas que tienen que ver con la influencia orientalizante y el proceso de deificación a la manera de Alejandro Magno, que después recogerá Augusto en su ascensión hacia el imperio.
Las obras expuestas han sido cedidas por diversas instituciones públicas y privadas, tanto españolas como de otros países. Destacan las provenientes de las colecciones de los Museos Nacionales italianos y de la ciudad de Roma.
Otras obras destacadas son el relieve con amontonamiento de armas, procedente de la colección privada de los duques de Cardona, el relieve de los guerreros de Estepa (Sevilla) cedido por el Museo Arqueológico de Sevilla, el torso de guerrero con peto en forma de lobo de La Alcudia de Elche, el Caballero de los Villares del Museo de Albacete o el Vaso de la doma del caballo procedente del Museo Numantino de Soria.
Esta exposición supone la continuación de Fragor Hannibalis. Aníbal en Hispania, que narraba la historia del cartaginés Aníbal en nuestra península, y que pudo verse hace tres años en esta misma institución.