Kitchen Pieces. Con este título se anuncia el contenido de la muestra, entendiendo estos productos primarios como herramientas indispensables en la composición de las cocinas y, dada la simbología que tradicionalmente se les asocia, también del hogar. A través de una calabaza, un pimiento, un tomate o un limón, Sander lanza una personal mirada introspectiva en la naturaleza del ser humano, conociéndolo mediante los objetos que componen su entorno.

Cabría interpretarlo como un bodegón en el cual las reglas hubieran cambiado: la rigidez de lo dispuesto por la mano del hombre en lujosas mesas adornadas con toda clase de manjares, ha pasado a la espontaneidad de unas frutas que parecen brotar del muro; y el tiempo congelado que detiene el envejecimiento de los productos ahora se deja fluir de forma natural, dejando madurar las piezas de la exposición. Puede considerarse, en consecuencia, una representación más de la vanitas, el tempus fugit y tantas otras interpretaciones que tradicionalmente se han dado en la historia del arte al género de la naturaleza muerta, que Sander convierte en naturaleza viva.

Delicadeza

Pero, no solo la base conceptual de su trabajo es lo que convierte a estos vegetales en obra de arte, la cuidada estética a partir de los brillantes colores de los frutos que sabe potenciar en la conjunción de unos con otros y la perfecta alineación de las piezas nos hablan de un procedimiento artístico que destaca por su meticulosidad y delicadeza.

Esta exposición en Helga de Alvear mantiene el impulso de un proyecto presentado anteriormente por Karin Sander en Donaukurier, Alemania, bajo el título de Die Welt hinter den Dingen (2015) –cuya traducción sería El mundo detrás de las cosas­. También cabe destacar la muestra celebrada poco antes, durante su estancia en la Academia Alemana de Roma Villa Massimo (2015), donde clavó por primera vez sus verduras al muro obteniendo el premio de ese año.

Kitchen Pieces es una de esas exposiciones planteadas como grandes interrogantes, en busca del desconcierto y la perplejidad del público con el objetivo de llevarlo a la reflexión y la libre interpretación de aquello que contempla, utilizando para ello los objetos más sencillos y familiares de nuestro entorno y así ayudarnos a conocernos mejor.