Luis de Morales nació en 1510 o 1511 y murió probablemente en 1586. Se desconoce su lugar de nacimiento, pero vivió y trabajó en Extremadura. Durante más de cincuenta años fue el pintor más prolífico e importante de esa región, donde realizó retablos y cuadros de altar, ampliando su producción a Portugal.
Se estableció en Badajoz después de haber trabajado en Plasencia y sus alrededores. La influencia artística ejercida en ambas ciudades por los maestros provenientes de Flandes y Castilla explica una parte esencial de la pintura de Morales. Junto a ello, el reconocimiento de algunas obras de otros artistas –como Alonso Berruguete o Sebastiano del Piombo– ayudó a definir el estilo de un pintor que alcanzó temprana fama gracias a sus pequeñas tablas de temática religiosa.
Eficacia visual
Con una marcada vocación comercial, Morales adaptó a la clientela de la época un producto artístico y devocional de factura muy cuidada que enlazaba con las tradiciones flamencas de principios del siglo XVI, matizadas por elementos y modelos italianizantes. Además, el ambiente espiritual del momento se proyectó en esas imágenes. Sencillas en su composición y muy cercanas al creyente, añadirían a su gran eficacia visual una intensa carga emocional.
Las 52 obras seleccionadas para esta muestra, que ya visitó el Museo del Prado, se distribuyen en cinco secciones, que se inician con una de las pinturas de Morales más importantes y monumentales, La Virgen del pajarito, fechada en 1546. En este primer espacio, agrupadas bajo la denominación de Iconos perdurables, cuelgan las creaciones iconográficas más conocidas del pintor: la Virgen con el Niño, la Dolorosa, Ecce Homo, Cristo con la cruz a cuestas, la Piedad o Quinta Angustia.
Las diversas representaciones de la Virgen con el Niño muestran la cara más amable de la pintura de Morales. En ellas parte de una composición muy parecida en la que va introduciendo algunas modificaciones. Las imágenes más destacadas, reunidas en la muestra bajo el epígrafe En torno a la Virgen y el Niño, son las llamadas Virgen de la leche, la Virgen del sombrerete o gitana, la Virgen con el Niño escribiendo y la Virgen del huso o del aspa. En todos los casos, María aparece como una joven de rostro ensimismado o melancólico, de facciones suaves y piel impoluta, realizada con el sfumato que caracteriza al pintor. Una de las tablas más significativas llegará de la catedral de Salamanca, La Virgen con el Niño y san Juanito.
La tercera de las secciones, denominada Narraciones complejas: los retablos, muestra a Morales en un aspecto de su producción muy propio del arte de su tiempo. Se han recuperado obras de notable calidad, que sirven para descubrir esta faceta menos conocida de Morales y que los conflictos vividos en Extremadura entre los siglos XVII y XIX casi hicieron desaparecer. Se presentan también en esta sección los dos únicos dibujos atribuidos al artista: Lamentación ante Cristo muerto y Noli me tangere, ambos del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa.
Precisión naturalista
El apartado dedicado a Pintura para “muy cerca”. Imágenes de pasión y redención fija su atención en la Pasión de Cristo, en su sufrimiento físico y espiritual. Se trata de una producción muy explícita, centrada en la cabeza o el busto de Jesús, representado con una precisión naturalista y un carácter táctil que aproximan a lo escultórico. Estas imágenes fueron encargadas para oratorios privados, y con ellas se pretendía acercar al creyente al sufrimiento y la resignación del Salvador.
El último espacio de la exposición está dedicado a San Juan de Ribera y la espiritualidad de la Contrarreforma, proceso que el santo encarnó muy particularmente. Sus orígenes familiares, su formación intelectual y el ambiente espiritual en que se movió durante sus años como obispo de la diócesis de Badajoz (1562-68), hacen de Ribera referencia obligada para la comprensión de la obra pictórica de Morales, a quien se llegó a considerar su pintor de cámara.
Esta exposición es la culminación de un exhaustivo estudio sobre el artista cuyas conclusiones se han publicado en el catálogo editado con motivo de la muestra, que incluye fichas extensas de las obras seleccionadas, aunque no todas ellas están presentes en las tres exposiciones. Las fichas han sido redactadas por un total de 19 historiadores del arte que aportan su propia visión sobre las obras y en pintor. La publicación también incluye un texto de la comisaria de la muestra, Leticia Ruiz, que reconstruye la vida y la carrera artística de Morales, un ensayo del profesor Felipe Pereda centrado en la iconografía y la espiritualidad de las algunas de las obras más conocidas del pintor y otro ensayo dedicado a la técnica y los materiales por él utilizados.
Extraordinaria selección
La selección de obras que presenta la exposición muestra al pintor en su doble faceta de creador de tablas devocionales y maestro de retablos. Las piezas, en su mayor parte de pequeño formato y medias figuras, reflejan su repertorio iconográfico: la Virgen con el Niño, como la popular Virgen de la leche del Museo del Prado; Cristo coronado de espinas, atado a la columna, cargando con la cruz, como el Cristo con la cruz a cuestas de la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Osuna, o muerto ya, en brazos de su madre, como en La Piedad del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Se trata de un repertorio de imágenes en las que el pintor omite cualquier elemento temporal o espacial con el objeto de sumergir al espectador en unas condiciones excepcionales de contemplación religiosa. La exposición incluye dos obras de la colección del Museu Nacional d’Art de Catalunya, Cristo con la cruz a cuestas y Ecce Homo, junto a otras como la Virgen con el Niño y san Juanito, procedente de la Catedral Nueva de Salamanca, o las obras del Real Colegio Seminario de Corpus Christi de Valencia, además de 22 obras de la colección del Museo del Prado, entre las que destaca El nacimiento de la Virgen.
La muestra también incluye una escultura de Alonso Berruguete procedente del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, vinculada estrechamente a la temática de Morales por la espiritualidad que refleja y por los valores escultóricos que se aprecian en la pintura del maestro extremeño.