Cifuentes ha explicado que la Comunidad abre con esta muestra una nueva línea expositiva orientada a la promoción y difusión de la moda como disciplina artística, de forma que cada año, en el mes de septiembre, coincidiendo con la celebración de la Semana de la Moda de Madrid, se dedicará la exposición a uno de los creadores más relevantes de la moda española.
La primera muestra está dedicada a Del Pozo y cuenta con Esperanza García Claver como comisaria. Está articulada en seis ámbitos expositivos e incluye desde las piezas más escenográficas o las que destacan por la experimentación cromática y textil, pasando por creaciones orgánicas que recuerdan vegetales o elementos marinos o que son guiños a la historia de la moda española.
35 años de trayectoria
Jesús del Pozo falleció en 2011, después de 35 años de intensa trayectoria en el diseño de una moda sobria y elegante que quedó reflejada también en trajes de novia, lencería, joyas, accesorios, perfumes, ropa de hogar e, incluso, vestuarios para teatro, ballet, ópera y cine. También colaboró con directores de la talla de José Carlos Plaza, Bob Wilson, Emilio Sagi o Fernando Trueba.
Ningún proyecto pareció resistirse a este creador inquieto, que llegó a comenzar los estudios de Ingeniería Industrial y que más tarde dio el salto al diseño de muebles y a la arquitectura de interiores. Influenciado por los movimientos pictóricos y musicales, terminó adentrándose finalmente en el mundo de la moda. París fue la ciudad que vio nacer su primera colección. Comenzó con la moda masculina, aunque más tarde empezó a diseñar colecciones sólo para mujer.
Preocupado por el sector y su profesionalización, impulsó junto a Angel Schelesser, Antonio Pernas, Modesto Lomba y Roberto Verino el nacimiento de la Asociación de Creadores de Moda de España, que presidió hasta diciembre del año 2000.
En 1998, Del Pozo se convirtió en el primer diseñador de moda en recibir la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. También obtuvo el Premio Nacional Cristóbal Balenciaga en 1989 y la Aguja de Oro en 1981.
Piezas icónicas
La muestra se organiza siguiendo el orden ascendente del edificio del antiguo depósito elevado de la Sala Canal de Isabel II. En la planta baja se encuentran cinco piezas icónicas, que introducen el discurso expositivo. Con un importante contenido escénico, cada una de ellas transmite los valores que manejaba el diseñador sobre el volumen, los materiales y el color.
En la planta primera se muestra el trabajo del volumen, del modelado y de la forma, así como la experimentación con colores típicos del creador: malvas, rosas velazqueños, grises antracitas, tonos empolvados, negros… Guiños de Jesús del Pozo a la cultura española, como el verdugado o el guardainfante o a diseñadores clave como Cristóbal Balenciaga o Mariano Fortuny.
En la segunda planta se hace un homenaje a la auténtica pasión del diseñador: los viajes a Oriente o a Egipto. Además, en esta planta se exponen las piezas que recuerdan a elementos orgánicos, vegetales, marinos, creados desde la misma naturaleza y experimentos textiles más sutiles de rafia natural o pintada, el papel, la organza de cristal, el plisado artesanal…
La planta tercera, la más didáctica, se detiene en el proceso creativo a partir de los tres referentes indiscutibles del diseñador: volumen, textura y color. Y finalmente en la cuba de la sala y a través de cuatro piezas dispuestas sobre cajas de luz, se da forma y transparencia al tejido para poder contemplar el gesto pictórico del creador.
Jesús del Pozo
según María Eugenia Alberti, editora (amiga y clienta)
Jesús del Pozo fue un hombre de convicciones y de combate, un explorador de territorios ignotos, un luchador siempre al servicio de una estética, de una visión, las suyas. Porque detrás de cada reto estaba la belleza, un ideal plenamente asumido que comprometió toda su vida obligándolo a ser coherente en cada colección, en cada creación, en cada prenda. Tomaba sus decisiones sin pestañear, abrazado a su fe inquebrantable, a sus principios éticos y estéticos y a sus objetivos que siempre fueron mucho más allá de la moda. Más que inspiraciones, Jesús tenía visiones que llevaba a la práctica con su criterio de acero, su pasión militante y su talento instintivo, convirtiéndolas en una poesía sin edad y una vanguardia sin nostalgia. Fue su carrera un combate vitalicio contra lo perentorio, lo grandilocuente, lo obvio, lo manido, un trabajo sin red acompañado siempre por la duda, esa amiga íntima que te empuja a la excelencia. Sus orgías de drapeados, su jubileo de colores inéditos, su destreza manual, capaz de convertir un trozo de papel en una obra maestra, su magnetismo, su controlada sofisticación, su sensual austeridad, su maestría geométrica, su audacia experimental, su poderosa levedad, su inagotable nostalgia de perfección han quedado patentes a lo largo de su obra.