La muestra es la primera protagonizada por una mujer pintora en el Prado. El arte de Clara Peeters reúne una selección de quince de sus mejores obras, entre las 39 que se conservan en el mundo. Esta recopilación, similar a la que se ha presentado en la ciudad belga, incluye las cuatro importantes pinturas que pertenecen al Prado.

Con la presencia de este pequeño grupo de obras destacadas se quiere destacar los logros de esta dotada y delicada artista. Tanto en la exposición como en los materiales que la acompañan se pone también el foco de atención en la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa Moderna.

La vida de Peeters está llena de interrogantes. Hay datos que certifican que nació en Amberes en 1594. Hija del también pintor Jan Peeters, se casó con Hendrick Joossen en Amberes y se cree que se estableció en Ámsterdam (1612) y en La Haya (1617). Las mujeres de la época tenían prohibido dedicarse a la pintura, y sólo las niñas que se criaban en familias de artistas tenían la oportunidad de aprender el oficio.

Se supone que ese fue el caso de Peeters, un prodigio del pincel que desde los 13 años firmaba cuadros. Fue la principal impulsora y uno de los máximos exponentes de la pintura del bodegón o naturaleza muerta de los Países Bajos. Está considerada, junto a autores como Rubens o Van Dyck, una figura clave en la pintura barroca flamenca pero nunca alcanzó el reconocimiento de sus coetáneos por el hecho de ser mujer.

Peeters cultivó el género del bodegón y un estilo que insiste en la apariencia real de las cosas, premisas que revelan un espíritu emprendedor y una mentalidad vanguardista, ya que cuando comenzó a trabajar en este género, en la primera década del siglo XVII, sólo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.

Elegancia y opulencia

Los bodegones expuestos, fechados entre 1611 y 1621, proceden de colecciones particulares (seis), instituciones del norte de Europa (tres), Inglaterra (uno), Estados Unidos (uno) y del propio Museo del Prado (cuatro). Quince obras que incluyen aves y pescados listos para ser cocinados; alimentos ya preparados y dispuestos sobre la mesa; y vajillas y objetos diversos, la mayoría de lujo, que se caracterizan por la minuciosa descripción de las formas y las texturas, y por el elegante contraste entre objetos luminosos y fondos oscuros, que contribuyen a crear una impresión general de sobriedad.

Estas obras revelan los gustos y costumbres de las clases más prósperas de los comienzos de la Edad Moderna. Así, se pueden observar productos importados como dulces, vinos, frutas o pescado -alimento este último que Peeters convirtió en protagonista de alguna de sus composiciones siendo la primera artista en hacerlo- como en Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas; gavilanes o halcones peregrinos junto a aves muertas -los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática- en Bodegón con halcón peregrino y su presa-; y conchas -cuyo origen exótico y peculiar belleza las hacían valiosas- representadas en Bodegón con pastel, taza de plata con dulces, porcelana, conchas y ostras.

También en sus pinturas aparecen otros muchos tipos de objetos que podrían asociarse a la riqueza, el buen gusto, la educación o la cultura. Entre ellos están la porcelana, las copas y tazas de plata dorada, el vidrio soplado y los contenedores de plata para la sal.

Autorretratos

Clara Peeters a menudo incluyó en sus cuadros autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Éstos, apenas visibles, aparecen en al menos ocho de sus obras, de las cuales seis se pueden contemplar en esta exposición.

En Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre los reflejos en la copa de plata y la jarra de peltre muestran a la artista con un tocado, un gran cuello y un vestido de hombros altos. Otros, como Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas, Bodegón con arenque, cerezas, alcachofa, jarra y plato de porcelana con mantequilla, Bodegón con quesos, almendras y panecillos, y Bodegón con quesos, gambas y cangrejos de río muestran tan solo la cabeza de la artista reflejada en las tapas de las jarras.

Bodegón con flores, copas doras, monedas y conchas refleja, en la superficie de la copa de la derecha, hasta seis autorretratos de Peeters en los que se muestra con pinceles y paleta reafirmando su condición de mujer pintora y animando al espectador a reconocer su existencia.

Obras de Peeters en el Prado

  • Bodegón, óleo sobre tabla, 52 x 71 cm, 1611 [P01619]
  • Mesa, óleo sobre tabla, 52 x 73 cm, 1611 [P01620]
  • Bodegón, óleo sobre tabla, 50 x 72 cm, 1611 [P01621]
  • Mesa, óleo sobre tabla, 55 x 73 cm, hacia 1611 [P01622]