Para Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía y co-comisario de esta muestra, «Broodthaers es un artista clave de la segunda mitad del siglo XX que ha tenido y tiene una influencia importantísima en el arte contemporáneo». Borja-Villel ya comisarió en 1997 en la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona la exposición Marcel Broodthaers. Cinéma y desde entonces, confiensa, «mi fascinación ha ido creciendo con los años. Creo que es uno de los grandes. Un artista fuera de su tiempo».
Marcel Broodthaers no comenzó su actividad dentro de las artes plásticas hasta aproximadamente cumplir los cuarenta años, y solo durante 12 años, habiéndose dedicado anteriormente a la fotografía, literatura, poesía y crítica artística. Cultivó diversas disciplinas como la escultura, pintura o el cine, además de realizar una serie de exposiciones concebidas como dispositivos de presentación de su propio trabajo.
Su extraordinaria producción durante las décadas de los años 60 y 70 le convirtió en uno de los creadores más importantes del panorama internacional, con una influencia que continúa vigente a día de hoy.
Fue en 1964 cuando Broodthaers decidió convertirse en artista visual. Desde aquellos primeros años se percibe en toda su producción una preocupación por dar respuesta a las preguntas básicas de las artes visuales, cuestionándose constantemente la idea de representación y producción.
Desde sus tempranas obras compuestas por mejillones y cáscaras de huevos, hasta su posterior museo ficticio (Musée d’Art Moderne. Département des Aigles) pasando por sus Décors, Broodthaers se mantuvo siempre con una posición única dentro del mundo del arte.
Planteamiento radical
A través de un planteamiento radical de los enfoques tradicionales de la poesía, el cine, la literatura o la propia exposición, el artista belga encontró su propia vía para desarrollar un trabajo que le permitió dar un punto de vista personal a los por entonces nacientes “arte pop” y “conceptual”, así como cuestionar el sistema del arte.
A lo largo de su carrera cuestionó la forma que podía adoptar una exposición y la idea de lo que debía ser un museo, siendo sus muestras, en especial sus últimas retrospectivas, obras de arte en sí mismas.
El belga mantuvo siempre una actitud crítica hacia los movimientos artísticos contemporáneos y la propia estructura del arte, una postura que con frecuencia lo llevó a criticar el pop, el minimalismo y el nuevo realismo como meros receptáculos para el convencionalismo de la vanguardia. La facilidad con la que el mercado y las instituciones del arte absorbían esos movimientos fueron algunas de sus preocupaciones constantes.
Broodthaers propuso un enfoque crítico que se centró menos en la innovación formal y más en el examen de la función del arte en nuestra sociedad. La exposición del Reina Sofía examina el lugar decisivo de este artista en el panorama artístico del siglo XX y la importancia actual de su mensaje. Este Museo siempre ha prestado una atención especial al artista belga, de ahí la retrospectiva que le dedicó en 1992 y que su obra se haya expuesto en sus salas de manera casi permanente, formando parte de la colección.
Múltiples facetas
La muestra, que plantea un recorrido por las múltiples facetas de este artista mediante la selección de un conjunto de aproximadamente 300 obras representativas de su práctica artística está acompañada por la publicación de un extenso catálogo, con ediciones en español e inglés, con textos de Christophe Cherix, Manuel Borja-Villel, Benjamin H.D. Buchloh, Jean-François Chevrier, Thierry de Duve, Doris Krystof, Cathleen Chaffee, Kim Conaty, Rafael García Horrillo, Christian Rattemeyer, Sam Sackeroff y Teresa Velázquez. También incluye nuevas traducciones de escritos del propio Broodthaers.
Tras su paso por la capital española, el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf será en 2017 el destino final de esta exposición (4 de marzo – 11 de junio).
Exposición de exposiciones
La muestra que alberga el Reina Sofía se puede describir como una exposición de exposiciones ya que supone un recorrido a través de distintas presentaciones que el artista llevó a cabo a lo largo de su breve pero intensa trayectoria, en las que a menudo incluía obras de diferentes momentos anteriores ampliando así sus significados.
La exposición presenta en Madrid en torno a 300 piezas, entre obras y material documental, para mostrar sus múltiples facetas. En esta ocasión, el público podrá contemplar importantes obras del autor procedentes de instituciones como el MoMA de Nueva York, la Tate Gallery de Londres, la National Gallery de Washington, la National Gallery of Scotland, el MACBA, o el Georges Pompidou de París que, por ejemplo, ha permitido por primera vez que una de las obras de Broodthaers que posee viaje fuera de sus instalaciones.
Esta antológica ha contado con la colaboración de la Comunidad de Madrid.