La artista franco-marroquí incide a través de su obra en aspectos económico-sociales y culturales del norte de África, su lugar de origen, en relación a su herencia colonial y su propia identidad. Lo hace desde diferentes estrategias que combinan el juego y el humor. Una obra atravesada por personajes ensalzados como héroes y gestos que se convierten en estrategias de resistencia.
El visitante se encuentra en la primera sala con la obra más reciente de Barrada. Entre estos trabajos se encuentra una serie de fotografías de juguetes norteafricanos con la que la artista adentra al espectador en un universo de expediciones etnográficas, de cómo éstas llegan a los museos y cómo se muestran al público. A través de un vídeo se retrata el mercado de fósiles falsos y una serie de pósters serigrafiados asoman diferentes aspectos sobre la geología mediante imágenes y juegos de palabras.
Una alfombra y una instalación hacen un guiño al arte de vanguardia de principios del siglo XX. La sala se completa con dos películas que documentan las técnicas de una contrabandista y un mago que durante una actuación privada, próxima a una performance, muestran la parte oculta de estos oficios.
En la segunda parte de la muestra se exponen fotografías, serigrafías, vídeos y una instalación, obras que cuestionan la herencia colonial, el modernismo o los diferentes planes urbanistas que han sido implementados en su país.
Para ello hace referencia a construcciones, planos urbanísticos o palmeras.La palmera es, precisamente, un elemento al que Yto Barrada recurre con frecuencia como icono para confrontar dos ideas: la palmera, como símbolo de fuerza, exotismo y poder; y la palmera como especie que, sin ser originaria de Marruecos, fue introducida a principios del siglo XX para renovar y modernizar la imagen del país.