Fue en 1985, al publicarse la primera edición crítica de estos sonetos, cuando sucedió algo determinante en la relación musical de Prada con la poesía de Lorca. Sonetos en los que aparece por primera vez y de forma explícita su reivindicación de la homosexualidad, del amor sin límites; su queja y angustia por este amor incomprendido. Al exponerse a todo aquel caudal amoroso el juglar leonés quedó deslumbrado: “Un Federico enamorado en cuerpo y alma. Una poesía sincera, aunque ya sé que la sinceridad no es un valor poético. Una pasión incontenible y al mismo tiempo contenida en un modelo tan estricto de arquitectura poética. ¿Sonetos del amor oscuro? Para mí, Sonetos de amor, a secas”.
Hace treinta años, en 1986, en otro aniversario lorquiano, Prada cantó por primera vez su versión de los Sonetos del amor oscuro en el Teatro María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional, con la dirección escénica de Lluís Pasqual. Sobre aquella actuación Francisco Umbral escribió: “La voz de Amancio Prada, castigada de siglos, lírica de humildad, da bien la medida de esa sumisión, pone un dolor legendario en el concretísimo/actualísimo dolor de Lorca (…). Es como si Lorca y Prada hubiesen llegado, por caminos bien distintos, caminos de la sangre, a un mismo sentimiento, a un mismo pensamiento del sentir amoroso”.
En esta ocasión, coincidiendo con el regreso de El público a La Abadía, Amancio Prada vuelve a poner sobre las tablas los estremecedores sonetos, en combinación con algunas gacelas y canciones de Federicoprocedentes de otros libros.
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