Coincidiendo con la celebración de los 100 años de la trágica muerte de Enrique Granados, los 80 del asesinato de Federico García Lorca y los 70 del fallecimiento de Manuel de Falla, el Teatro ha preparado un recital «especialmente emotivo por el contexto, el escenario y por los artistas», destaca Daniel Bianco, director de La Zarzuela. Todos ellos tuvieron de referente este escenario, incluso Lorca, quien actuó aquí siete meses antes de su muerte con Los cuernos de don Friolera, de Valle-Inclán.
Desconcierto se divide en tres bloques, cada uno dedicado a uno de estos genios. El primero, Goyescas, para Granados; el segundo, Lorquiana, para Lorca, aunque también hace un guiño a Albéniz; y el último, El amor brujo, es para Falla, pero su música se relaciona con la de Turina. El título responde también a unos versos de García Montero: «Antes del concierto está el desconcierto, la necesidad de ponerse de acuerdo, de buscar un sentido, de que tu cinco y mi cuatro midan lo mismo».
Y esta necesidad de ponerse de acuerdo ha requerido mucho trabajo. Como Rocío Marquez explica, «cuando se hablan diferentes idiomas es difícil llegar a un lugar común. Por ejemplo, el cante es más intuitivo y cuando hay que cantar en un concepto más rígido me agobio un poco, pero esto con Rosa no lo he sentido porque se adapta a mi improvisación».
En palabras de Torres-Pardo, «los poemas han ido evolucionando a lo largo de varios espectáculos hasta lo que vamos a ver en la Zarzuela. Es como si de repente todo hubiera madurado en este Desconcierto en el cual el público no va a saber si está escuchando un piano, el cante de Rocío o el poema. Todo tiene una continuidad que le da sentido al conjunto».
Sobre el escenario se van a realizar todo tipo de combinaciones: piano y poesía, piano y cante, poesía y cante. «Hemos intentado pensar qué requiere cada uno. Por ejemplo, hay poemas que necesitan el silencio y la meditación», asegura la pianista. El resultado, este sábado, 26 de noviembre.