En 1992 abría sus puertas en Madrid el Museo Thyssen-Bornemisza, formado por una colección que ofrecía un recorrido por el arte desde el siglo XIII hasta las postrimerías del XX. Como pistoletazo de salida de los actos previstos para celebrar la efeméride, el Museo ha seleccionado algunas de sus mejores obras, un total de 63, para que viajen a Barcelona.
A las elegidas se suman otras ocho obras cedidas por el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) procedentes de la Colección Thyssen-Bornemisza y que se puede ver habitualmente en las salas del museo barcelonés.
La exposición, que incluye a artistas como Fra Angelico, Rafael, Memling, Rubens, Rembrandt, Canaletto, Pissarro, Cézanne, Kandinsky, Picasso, Chagall, Beckman, Hopper y O’Keeffe, entre muchos otros, descubre un Thyssen diferente al que puede verse en Madrid, dando a conocer este fondo rehuyendo de la visión cronológica habitual.
El relato propone una lectura inédita de las obras maestras que desde su primera exposición en 1930 hasta su instalación actual en el museo se ha organizado por escuelas nacionales y por siglos. Con esta nueva lectura el recorrido se estructura a través de cinco grandes géneros de la tradición artística occidental: pintura religiosa, retrato, naturaleza muerta, paisaje y paisaje urbano. El resultado es un juego de analogías y contrastes entre artistas y obras de diferentes épocas que permite al espectador vivir la experiencia artística con una renovada plenitud.
La historia de la colección Thyssen-Bornemisza se remonta hasta el siglo XIX, con el interés que mostró por el arte August Thyssen (1842-1926), creador del imperio familiar e iniciador de la afición por el coleccionismo. Pero fue su hijo Heinrich, el primer barón Thyssen-Bornemisza (1875-1947), el verdadero iniciador de la colección con la adquisición de numerosas obras. La primera muestra que se hizo de la colección se realizó en 1930 en la Neue Pinakothek de Múnich. Llamada Sammlung Schloss Rohoncz (colección del palacio Rohoncz) ya incluía 428 pinturas. Tras la muerte de Heinrich en 1947, la colección Thyssen-Bornemisza parecía destinada a un final prematuro cuando sus herederos se repartieron las obras de arte. Pero el hijo menor, Hans Heinrich, conocido como «Heini», asumió la misión de reconstruirla. En mayo de 1961, con la adquisición de la acuarela de Nolde Una joven pareja, Heini comenzó una nueva etapa como coleccionista, muy centrada en el arte moderno y contemporáneo, incluyendo el más reciente de Estados Unidos. Se sumaron a la colección prácticamente todos los grandes nombres de la primera vanguardia, desde el cubismo o el futurismo hasta el surrealismo y el pop art, pasando por las vanguardias rusas. Ello no significó dejar de interesarse a su vez por ampliar la colección de maestros antiguos. El barón decidió buscar un emplazamiento para la colección y se decantó finalmente por España gracias a la mediación de Carmen Thyssen y a la predisposición de su gobierno. La inauguración del Museo Thyssen-Bornemisza el 8 de octubre de 1992 significó la consolidación de dos de las máximas que la colección había tenido desde que Heinrich Thyssen padre la iniciase muchos años antes: el museo madrileño garantizaba la vocación pública que ambos barones siempre habían deseado para sus obras y además aseguraba que el conjunto no se volvería a disgregar.Colección deslumbrante