Para aquellos que sigan y conozcan el trabajo de Calleja les serán familiares sus característicos personajes un tanto pop y surrealistas (lowbrow), que desde sus comienzos le acompañan y que él suele reservar para exposiciones fuera de España. Personajes tiernos, simpáticos e irónicos cuyas cabezas suele transformar en un ejercicio de surrealismo casi absurdo en ocasiones y acompañados por textos de la misma índole. Samuel Becket o Lewis Carrol son algunos de los autores de los que suele tomar frases y hacerlas suyas.
Calleja nunca ha escondido sus referencias artísticas y siempre podemos ver en sus trabajos guiños a todos sus artistas de cabecera. Magritte, Guston, Nara o Hernández Pijuan son algunos de los muchos creadores de los que el malagueño bebe, come e incluso roba en un ejercicio de apropiación casi indebida, pero sin perder un ápice de su propio carácter y sello que ya le es característico por derecho.
En las pinturas que presenta en Rafael Pérez Hernando el visitante puede ver cómo el artista hace uso del material con la misma delicadeza con la que afronta sus conocidas microinstalaciones, dando relevancia a la trama del lienzo que anteriormente rechazaba. Una paleta de colores ya reconocible en la que el uso de acrílico de forma fluida en capas sucesivas hace que éste parezca óleo.
Personajes que nos emocionan y que bien podrían salir de películas de Miyazaki nos hacen vislumbrar que posiblemente Javier Calleja nos esté preparando para alguna aventura hacia el Sol Naciente.