Considerado como uno de los pioneros del fotoperiodismo moderno en Europa, este valenciano de nacimiento desarrolló su carrera profesional en Barcelona, tanto antes como después de la guerra y de su exilio. Frecuentemente comparado con Robert Capa, algunas de sus fotografías están entre las más representativas de la Guerra Civil, tanto las de la retaguardia en Barcelona como las de los bombardeos de Lérida o las del frente de Aragón.
Entre marzo y septiembre del año 1939, Agustí Centelles fue un interno más del campo de concentración de Bram, que llegó a albergar hasta 17.000 exiliados españoles. Con su cámara retrató el día a día de los «quartiers», recintos cerrados con alambre de espino que tenían una única puerta de entrada y que alojaban, en 25 metros de largo por seis de ancho, hasta a 100 refugiados. Con la ayuda de la familia Puyol pudo instalar un pequeño laboratorio dentro de su barracón.
Hoy hay disponibles unas 500 imágenes fotográficas testimonio vital de la «estancia» de los refugiados españoles. El material fotográfico permaneció inédito hasta que en el año 1976, acompañado de su compañero y amigo Eduardo Pons Prades, recuperó su archivo, formado por unas cinco mil fotografías, que había permanecido también exiliado en Carcasona.
Centelles también comentó esta etapa en su diario, de manera que el fotógrafo no solo captó imágenes, sino que también las documentó. En palabras del Premio Nacional de Artes Plásticas de 1984, «en los campos de concentración de Argelès, Sant Cebrià de Roselló, Barcerès y Bram la vida no era fácil. Tanto por parte de las autoridades francesas que nos vigilaban con tropas coloniales como por la vida que llevábamos. Continué haciendo fotos en el campo de concentración e incluso monté un cuarto oscuro para revelar».
Este legado, de incalculable valor histórico, permanece custodiado en el Fondo Histórico Agustí Centelles i Ossó, dentro del Centro Documental de la Memoria Histórica, dependiente del Ministerio de Cultura.