El cubismo constituye el principal eje del arte del siglo XX, la culminación de un proceso que tuvo origen en el impresionismo y marcó el camino hacia la abstracción. Responde a las transformaciones en las mentalidades y en la percepción de la realidad derivadas de las nuevas concepciones, como la teoría de la relatividad de Einstein o las investigaciones sobre el inconsciente de Freud, el descubrimiento del arte negro, la aparición de la aviación, el uso masivo de las telecomunicaciones o la influencia del desarrollo de las matemáticas y la física.
Las tres figuras fundamentales del movimiento son Picasso, Braque y Juan Gris. Los dos primeros fueron sus creadores, entre 1908 y 1914. Juan Gris lo reformula a partir de 1913, llegando a su mayor pureza, armonía y fundamentación teórica.
El cubismo concibe un revolucionario modo de pintar, renunciando a la perspectiva renacentista y al naturalismo. En un primer momento, conocido como cubismo analítico, el tema surgirá de los objetos y el espacio. Basado en la fragmentación de la realidad mediante la geometrización de las formas, permite incorporar simultáneamente distintos puntos de vista o aspectos de los objetos, situándolos sobre una superficie plana, bidimensional.
Irá evolucionando hacia un mayor reconocimiento de lo representado con la introducción de letras estarcidas, signos y fragmentos de objetos que refuerzan la relación con la realidad. Desembocará en la creación de los papier collé y los collages que incorporan trozos de periódicos, papeles pintados y telas. Las formas planas de estos elementos superpuestos facilitarán su evolución hacia el cubismo sintético, en el que el tema surgirá a partir de formas coloreadas superpuestas.
Los tres –Picasso, Braque y Gris– participan de esta evolución, pero Juan Gris llega al mayor rigor, orden y claridad, influyendo decisivamente en la transformación y pervivencia del cubismo. Ahora el espectador recorre planos, líneas, colores y signos dispuestos según un ritmo propio, que obliga a una contemplación sensorial y a un ejercicio intelectual de reconstrucción.
La exposición de Oviedo se articula en tres ámbitos:
Juan Gris
Juan Gris, el más puro de los cubistas, reformuló el movimiento desarrollando una noción rigurosa de la pintura, dotando de unidad al cuadro. Realiza obras bien estructuradas en las que parte de una estricta composición geométrica que combina con la incorporación de rimas plásticas, otorgando a la obra emoción y serenidad.
En 1906 llega a París y alquila un taller en el mismo edificio donde vivía Picasso, en el ambiente donde se desarrolla el cubismo analítico. En 1912 muestra sus primeros cuadros de gran armonía, rigor y unidad, partiendo de la fragmentación de la imagen, el cromatismo contenido y la geometrización rigurosa de las formas.
Poco a poco irá desarrollando un método propio, en el que concilia el papel de la imaginación con las leyes estrictas de composición que va descubriendo. Una matemática que le ayuda a establecer la estructura, la arquitectura del cuadro. De ella, de lo abstracto de la geometría y el plano de color, nacerá el tema por la necesidad de objetivación del espectador. Gris “califica” esas superficies planas introduciendo signos o trazos con el fin de dirigir la mirada del espectador a través de relaciones poéticas. “Hacer de un blanco un plato, de un rojo una botella, de un negro una sombra…”. Inventor de las rimas plásticas o metáforas estéticas, sus lienzos esconden juegos simbólicos, correlaciones de formas y figuras. Una manera de pintar poética.
A partir de los años 20, el color se hace más vivo; las obras serán más líricas, más naturalistas, incluirán el exterior, la vida orgánica y la curva, en una dualidad entre el escueto naturalismo y la afirmación cubista del cuadro. Para Gris, el cubismo no era un procedimiento pictórico sino una estética, un estado del espíritu en el que las obras reflejan los avances filosóficos, científicos y tecnológicos del momento y, al tiempo, contribuyen a su desarrollo.
El movimiento cubista en París. 1914-1924
A la primera vanguardia artística del siglo se sumaron numerosos artistas que adoptaron inicialmente la estética cubista. Otros se incorporan más tarde. Desde antes de la guerra, Gris mantenía relaciones estrechas con muchos de ellos, a quienes explicaría directamente su teoría.
Modelos y soluciones por él aportadas se encuentran en obras de los artistas presentes en la Colección Cubista de Telefónica: Herbin, Lhote, Gleizes, Metzinger, María Blanchard, Marcoussis y Valmier. Salvo en el caso de Herbin, con un lienzo de 1912, son obras realizadas durante el periodo del cubismo sintético o segundo cubismo.
En líneas generales destaca en ellas la dialéctica entre la permanencia y el cambio, la abstracción geométrica del motivo y las posibilidades plásticas del color, apostando por las cualidades estéticas. La referencia a la realidad es más legible y la combinación de planos abstractos más aleatoria y dinámica.
En el ambiente parisino entre 1914 y 1924 verán la luz nuevos textos, entre ellos, el del poeta G. Apollinaire Los pintores cubistas, que servirá de falso manifiesto, o Sobre el cubismo, escrito por Gleizes y Metzinger, que establecía el armazón teórico de la nueva formulación, en el que exponían su teoría de la forma plana y las perspectivas pluridimensionales.
Expansión internacional
Varios artistas y poetas que participaron del cubismo tuvieron un papel principal en la modernización del arte español y latinoamericano, transportando y transformando el movimiento a un lado y a otro del Atlántico, donde la huella de Gris estará patente. Las distintas derivaciones del cubismo demuestran que su identidad no puede reducirse a una sola fórmula, pues su capacidad de transformación lo convirtió en un legado estético que ha perdurado en el tiempo.
Colección Cubista de Telefónica incorpora obras de artistas muy diversos. En España, la obra de Manuel Ángeles Ortiz refleja la herencia cubista sintética entre el clasicismo lineal y lo pictórico; Daniel Vázquez Díaz, influido más por el cubismo incipiente de Braque y Picasso, incorpora un cierto ilusionismo paisajístico. Joaquín Peinado refleja la asimilación cubista de la escuela de París. En el uruguayo Rafael Barradas se observa la asimilación del movimiento cubista a través del futurismo, como en el argentino Emilio Pettoruti. Xul Solar, también argentino y artista de difícil clasificación, incorpora junto al cubismo numerosas influencias. El brasileño do Rego Monteiro, poscubista con una economía cromática y sintética, está influido por las raíces primitivas de Brasil.
Mención aparte merecen, por su trascendencia, los casos del poeta Vicente Huidobro y del pintor Joaquín Torres-García, ambos forman parte de una tradición universalista dentro de un clasicismo, que deriva de los postulados de Juan Gris. Gris influirá en España a través de su faceta teórica y literaria pues su “método“ le lleva a ser el mentor del creacionismo o cubismo literario de Huidobro. Un movimiento que influirá en el ultraísmo, primera vanguardia española. Con el tiempo germinará en el universalismo constructivo de Joaquín Torres-García. Son estilos de síntesis que simplifican las formas y promueven las relaciones geométricas abstractas, sobre una estructura que otorga unidad a la obra.
Juan Gris establece la armazón geométrica de la composición: la arquitectura. Partiendo de esas abstracciones establece relaciones, rimas, acordes, colores y texturas, y compone cuando los colores se convierten en objetos. Esta es la dimensión poética de la pintura que influirá en Huidobro. Gris, además, introduce el primer texto impreso que dialoga poéticamente con las formas plásticas.
Huidobro se relaciona con Gris en París desde finales del año 1911. Establece nuevas relaciones entre las palabras descomponiendo los elementos idiomáticos, tanto desde el punto de vista semántico y sintáctico, como de disposición gráfica en forma de caligramas u otras combinaciones en la página, de manera análoga a lo que el cubismo hace con los elementos de la pintura. El poema ingresa así en las artes plásticas.
El uruguayo Torres-García recogerá el testigo de su herencia, cuya huella puede verse en su universalismo constructivo. Su proceso recuerda al de Juan Gris: primero estructura; después geometría; luego signo, finalmente espíritu. Torres-García definirá a Juan Gris como «el geómetra perfecto y por eso el más puro de los cubistas. La más pura creación dentro de un perfecto ordenamiento».
La exposición se completa con una selección de publicaciones que contribuyeron a trazar los nuevos rumbos del cubismo. Se incluyen escritos de artistas, testimonios, revistas, estudios críticos y monografías y obras literarias ilustradas. También se exhibe el documental Juan Gris. Cubismo y Modernidad, de José Luis López-Linares.
Sobre la Colección Cubista de Telefónica
- Eugenio Carmona: Fondo y figura del cubismo y sus entornos
- José Luis Simón Marchán Fiz: Meditaciones estéticas sobre las poéticas del cubismo
- Irma Arestizábal: Cubismos y arte moderno en América Latina. Años 20