Kim MinAh explora en sus últimos trabajos la movilidad, ductilidad y desplazamiento de los signos gestuales para enunciar un repertorio de posibilidades que, más que remitir a significados conclusos, funcionan como símbolos de alto rendimiento semántico. «A través de su pintura, el artista establece una constante dialéctica entre este repertorio de gestos, diversas figuras geométricas y objetos de clara intención simbólica», destaca el comisario Carlos Delgado.
La planitud del color y la rotundidad lineal del dibujo inciden en la transparencia compositiva de unas imágenes cuya metodología esencial es, por tanto, la aparente polaridad entre iconografías. De este modo, la oposición entre los gestos de la mano y los signos visuales (geométricos o figurativos) apela a un anhelo permanente por contradecir una línea argumental unificada, es decir, revela una voluntad de hacer de la contraposición de elementos dispares un reflejo de sus inquietudes conceptuales.
En palabras del artista, «las manos tienen su variedad de expresión propia. Normalmente existen como estructuras anatómicas ajustadas al cuerpo. Sin embargo, las manos transfieren elementos al arte a través del afecto, la curiosidad, el amor. Representan el rastro del paso del tiempo y el ego propio. En términos de escultura, al expresar el simbolismo del ego con el espacio, representan el sentido de unidad. Aplican el esfuerzo para vincular la espacialidad fundamental de uno a través de la expresión de las mismas, ya que forman parte integrante del cuerpo».