El título de la muestra, tomado de la película homónima de Ingmar Bergman, hace alusión tanto al yo individual como a las máscaras con la que ese yo se presenta en sociedad. Tal y como afirma la artista: “El origen de la palabra persona remite al personaje, a la máscara en el teatro, el teatro de la vida. Ingmar Bergman representó para mí un referente en la expresión de lo emocional a través de la representación cinematográfica. El título de su película me sirve para articular una reflexión sobre los enredos internos que entretejen nuestra personalidad, desplegada en todos los teatros personales, familiares, profesionales y sociales».
La exposición supone una reflexión incisiva sobre la relación del sujeto individual con el entorno social, cultural, tecnológico o político, y sobre la imposibilidad de ser y existir fuera de estas esferas. En esa tensión, la artista salmantina crea, mediante esculturas e instalaciones, una serie de hipótesis o supuestos en los que calibrar la fragilidad de lo humano, de lo natural, frente a las determinaciones sociales o culturales.
Ámbitos cotidianos
En sus series, Bergado inserta esculturas en microcontextos que revelan, precisamente, esas determinaciones o constricciones. Sus propuestas aluden siempre a ámbitos cotidianos con sutiles discontinuidades y extrañezas, son fragmentos de espacios creados como entornos de vidas de seres que personifican tanto emociones humanas como retos relacionados con la biología o la ecología.
Aunque la exposición recorre la trayectoria de la artista desde algunas de sus primeras obras –como Proyectil Modelo Freddy (1993) o la serie Monitas (1999)– hasta producciones recientes concebidas como respuesta al reto espacial de la arquitectura del MUSAC –como Fosa y Trama familiar (2016)–, Persona se aleja del recorrido cronológico para plantear una relectura del trabajo a partir de las últimas producciones de la artista y de la puesta en escena de las mismas en la particular arquitectura del MUSAC.
La presente muestra, más que una secuencia de obras, está concebida como un tejido en el que se enhebran obras y temáticas. La exposición, por ello, se presenta como una gran instalación, un relato o una obra única en la que el estatus de lo humano se encuentra en entredicho.