El Equipo Crónica fue constituido en 1964 por tres artistas valencianos: Rafael Solbes (1940‐1981), Manolo Valdés (1942) y Joan Antoni Toledo (1940‐1995). A lo largo de los años en los que estuvo activo tuvo una amplia proyección pública en el arte español y una presencia significativa en los ambientes artísticos de Francia, Italia y Alemania.
Comisariada por Tomás Llorens Serra y Boye Llorens Peters, la muestra reúne obras realizadas desde el origen de Equipo Crónica con el movimiento de Estampa Popular de Valencia a finales de 1964, hasta los últimos trabajos en el cambio de la década de los años 70 a los 80.
La evocación de imágenes procedentes de los medios de comunicación y la apropiación crítica de referencias a la historia y al arte fueron los principales rasgos de su actividad creadora, deliberadamente vinculada a la realidad sociopolítica española del momento. El trabajo anónimo y en equipo, debatiendo y consensuando cada decisión, llevó a articular su trabajo como una sucesión de proyectos que se materializaban en series de cuadros de extensión variable.
Picasso y Velázquez
La estructura de esta exposición reproduce la articulación serial decidida por los artistas. La primera serie, La recuperación (1967-68), alude a la utilización que el régimen franquista hizo de la pintura española del Siglo de Oro: Guernica 69 (1969) ironiza con el proyecto del Gobierno español de recuperar el cuadro de Picasso, custodiado en el MoMA; por otro lado, Autopsia de un oficio (1970) aborda la actividad del pintor nutriéndose de la iconografía de Las Meninas, mientras Policía y cultura (1971) trata la ambigüedad de las vanguardias artísticas ante las realidades de la represión política. La pintura, entendida como un mundo aparte regido por sus propias reglas, es el tema de la Serie negra (1972), que se inspira en el cine negro.
En los Encuentros de Pamplona de 1972, Equipo Crónica distribuyó entre el público una escultura múltiple titulada Espectador de espectadores para denunciar el falso clima de libertad del festival. El contacto con las neovanguardias de la época y su búsqueda de medios inmateriales de expresión le llevó a reivindicar polémicamente la figura del artista como trabajador manual, frente a la del artista-shaman. Tanto Retratos, bodegones y paisajes (1972-73), como una pequeña sucesión de series cortas que se resumen en la muestra bajo el título A vueltas con la pintura (1973-74), desarrollan esa reflexión.
Hasta la Transición
El cartel se presentó en la Bienal de París de 1973. Planteaba la indefinición de los límites entre arte político y panfleto, yuxtaponiendo imágenes de carteles de la Guerra Civil y del arte de las vanguardias históricas. El paredón conmemora las últimas ejecuciones del franquismo realizadas el 27 de septiembre de 1975. A su vez, La trama (1976) es un ejercicio de pintura de historia que recrea ficticiamente la biografía oficial del dictador recientemente fallecido.
La partida de billar (1977) propone otra metáfora de la actividad pictórica: ambas disciplinas están regidas por normas complejas y requieren habilidad técnica, aunque el azar juega un papel importante en ambas. Paisajes urbanos (1978-79) se centra en la vida en la ciudad, mientras Los viajes (1979-80) propone una nueva reflexión sobre la relación entre ver y hacer pintura.
La inmersión en la pintura viene impulsada por el sentimiento de desencanto que los primeros años de la Transición producen en la izquierda cultural española y que se explicita en Crónica de la transición (1980-81). El verano de 1981 el Equipo comenzó Lo público y lo privado, una serie que quedó truncada por la muerte de Solbes en noviembre de ese mismo año.
Junto a la exposición se ha editado un catálogo con textos de Michèle Dalmace, Valeriano Bozal y Tomàs Llorens. Bozal y Llorens compartieron aquellos años con Equipo Crónica, por lo que sus textos revisan la relación vivida, así como la perspectiva histórica y el contexto teórico que les preocupaba e inspiraba sus creaciones.