Breslauer perteneció a una generación de mujeres fotógrafas que supieron aprovechar las libertades que les brindó la República de Weimar, como Lotte Jacobi, Germaine Krull, Grete Stern, Ellen Auerbach, Germaine Luise Krull o Ilse Bing. Su obra es un ejemplo notable de la denominada «nueva fotografía» y se encuentra actualmente en importantes colecciones.
A pesar de su corta trayectoria como fotógrafa –sólo 11 años entre 1927 y 1938– su legado, con sus retratos y fotorreportajes, es un ejemplo singular dentro de la denominada Nueva fotografía.
A través de 127 imágenes, esta exposición descubre el conjunto de su obra, con especial atención a las fotografías tomadas durante el viaje que realizó en 1933 a España (Gerona, Barcelona, Sant Cugat, Montserrat, los Pirineos, Pamplona y San Sebastián) y Andorra en compañía de la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942), la mayoría de ellas inéditas.
La fotógrafa y la escritora realizaron ese viaje por encargo de la agencia alemana Akademia pero, a su regreso a Alemania, Breslauer no pudo publicar sus fotografías ya que era judía y a que se negó a hacerlo bajo un seudónimo, como le proponía la agencia. Sin embargo, varias revistas suizas publicaron reportajes con estas imágenes y textos de Schwarzenbach. El Museu expone 51 fotografías realizadas durante este viaje, además de otras tomadas en Berlín, las realizadas durante los meses que vivió en París, en 1929, y las que tomó durante sus viajes por Italia y Palestina.
Desde su redescubrimiento en la década de 1980, su obra ha sido objeto de diversos estudios, sus fotografías se encuentran en importantes colecciones (Fotostiftung Schweiz, Winterthur; MoMA, Nueva York; Museum Folkwang, Essen; Centre Pompidou, París; Victoria & Albert Museum, Londres; J. Paul Getty Museum, Los Ángeles; etc.) y se ha expuesto en muestras colectivas e individuales, principalmente en Alemania, su país natal, y en Suiza donde vivió más de sesenta años (1939-2001); la última de ellas fue en 2010, en la Berlinische Galerie de Berlín.
La fuerza de la imagen
Cuando en una entrevista le preguntaron cómo se podía reconocer una buena toma, Marianne Breslauer respondió inmediatamente y sin dudar: «Se reconoce porque en una exposición no se pasa de largo delante de ella, porque uno se ve atraído por una página en una revista o se olvida de seguir ojeando en un libro. No son decisivos ni la técnica perfecta, ni tampoco que se trate de un tema extraordinario, lo que cuenta es la fuerza de la imagen, la expresión –el secreto del momento capturado».