Erlich utiliza en su obra lo cotidiano para generar experiencias inmersivas que alteran la percepción de lo real y, a través de la ilusión óptica y de juegos de reflejos, crea un espacio que rompe esquemas y abre una multitud de vías de interpretación. «Para mí, trabajar con la percepción siempre ha sido parte de un lenguaje que se vincula con la capacidad que tenemos de comprender las cosas, no solamente el arte, sino el mundo».
Sus instalaciones amenazan las certezas temporales del espectador, provocando una alteración de sus puntos de referencia físicos, que le conducen a la estupefacción y la confusión, forzándole a relativizar su posición entre lo real y lo artificial, la lógica y la imagen. En palabras del argentino, «el sentido de la obra no es único. Lo termina dando el espectador porque el acto de interpretar es íntimo, independientemente de cuáles hayan sido mis propias intenciones al hacer la obra».
En la obra de Leandro Erlich priman, a pesar de la diversidad de formatos, unas claves, estrategias e influencias que definen su trabajo. Se encuentra relacionada con los procesos y formas de expresión propias de la arquitectura.
Por ejemplo, se produce un dominio de los usos del espacio y la reflexión en torno a su conceptualización. Por otro lado, el artista construye escenas y lugares, pero a la vez paradojas visuales, un recurso que le ha llevado a ser conocido como el “arquitecto de lo incierto”: en sus obras hay un truco que el visitante tiene que descubrir.
Erlich incorpora objetos de uso cotidiano con los que construye nuevas narrativas con las que interpretar la realidad. Además, la mayoría de sus piezas son imágenes, espacios y ambientes abiertos a la posibilidad de infinitas interpretaciones. A ésto hay que sumar la influencia del cine, porque, como él mismo afirma, «el cine, desde su creación, ha cambiado el mundo y nos ha acercado a mirar las cosas con un grado de estímulo tan fuerte que nos ha modificado». Referentes que también ha encontrado en la literatura, sobre todo en Jorge Luis Borges.
La exposición, marcada por la presencia de Argentina como país invitado en ARCOMadrid 2017, presenta dos instalaciones que aúnan de manera excepcional la mayoría de las características que hacen única la producción de este artista; ambas contraponen experiencias y se complementan, dejándose envolver por un mundo simbólico.
Changing Rooms propone al espectador la experiencia de adentrarse en una especie de laberinto mágico en el que falsos espejos ofrecen la imagen de otros espectadores donde uno esperaría encontrarse a sí mismo. Es, según Erlich, «una situación que nos remite a un espacio cotidiano que se transforma en otra cosa. Es una obra que involucra al público físicamente, que tiene que interactuar, participar». Esta pieza, compuesta estructuralmente de 30 cabinas y dos pasillos que permiten el tránsito ente tres bloques de probadores, invita al visitante a cuestionar la funcionalidad de un espejo y causa un desencuentro entre lo que la mente espera y el ojo ve.
En Nido de las Nubes invita a una contemplación tranquila y a una reflexión en torno a los sistemas de representación. «Es una mirada poética sobre las convenciones sobre el territorio y los mapas», asegura. De sutil belleza, la obra sugiere un conjunto de nubes que parecen flotar en el aire, evocando la forma de distintos países. Jugando con la fugacidad implícita en las formaciones nebulosas y el reconocimiento en ellas de un territorio concreto, Erlich cuestiona la idea de frontera y su permanencia.
Leandro Erlich vive y trabaja entre Buenos Aires y Montevideo, y su obra se engloba en la esfera del arte conceptual, combinando arquitectura y tecnología para crear un universo creativo único con el que interpretar la realidad que nos rodea. Algunas de sus obras se han expuesto en el PS1 MoMA de Nueva York, en el Museo de arte Contemporáneo de Kanazawa, en Japón, o en el Museo Reina Sofía. Fue parte de la Nuit Blanche de París en 2004 y en 2015 y representó a Argentina en la Bienal de Venecia en 2001 y fue parte de la muestra de la Bienal en 2005. También estuvo presente en la Trienal de Arte Echigo-Tsumari, en Japón en 2006, y en la exposición Notre histoire en el Palais de Tokyo en París, en 2006. Además de su inclusión en numerosas exposiciones colectivas, ha realizado también un importante número de muestras individuales en galerías de ciudades como Londres, Madrid, París o Nueva York y en museos como El Museo del Barrio de Nueva York, en 2001, el Centre d’Art Santa Mònica de Barcelona, en 2003, el Centre d’Art Contemporain de Saint-Nazaire en 2005, el Museum of Latin American Art de Long Beach en 2010, el National Museum of Contemporary Art de Seúl en 2014 o el ZKM, Zentrum für Kunst und Medientechnologie, Karlsruhe en 2015.Universo creativo único