La obra de Delgado ha constituido una valiosa aportación a la historia del arte abstracto español. Junto con otros artistas de su generación como José Ramón Sierra o Juan Suárez, Gerardo Delgado inició su carrera en la galería sevillana La Pasarela, donde expuso en 1968, así como en la Galería Edurne de Madrid, participando en la exposición Nueva Generación con artistas como Alexanco, Teixidor, Yturralde, Elena Asins y Barbadillo, entre otros, alejados de la corriente dominante del Informalismo.
Influido en principio por el racionalismo funcional de la Bauhaus y otros movimientos constructivistas derivados de las vanguardias europeas, Delgado se decantó por una abstracción geométrica. Pintura y escultura de vivos colores y volúmenes móviles, lúdica, abierta a la participación del espectador y con clara intención didáctica. A medida que avanzaba la década de los 70 se centró en la experimentación del espacio pictórico, a través de instalaciones con telas industriales y pintura de gran formato que alterna con dibujo.
Color, texturas, tensión
El estudio del color, las texturas, la tensión entre elementos opuestos, entre fondo y forma, le llevaron a redescubrir el goce de pintar. Artistas estadounidenses como Pollock, Rothko, Stella y Kelly, entre otros, van a ser referentes pictóricos importantes. Aspectos o personajes del cine, la música y la literatura le sirven de punto de partida para iniciar una obra que se va a ir enriqueciendo con nuevas metáforas en el proceso de creación, generando obras nuevas y series encadenadas, frecuentes en el conjunto de su obra.
Coincidiendo con la irrupción en la escena internacional de los neoexpresionismos de los años 80, Delgado, sin dejar la abstracción, introdujo elementos de figuración que se diluyeron en fondos de colores sombríos, acordes con el dramatismo romántico de referentes como Hölderling, Strauss o Schubert, o el espíritu barroco de Rodrigo Caro. El artista profundizó tanto en la historia más remota como en la de sus propias raíces locales, en obras de gran formato y cuidada factura. Entrada la década de los 90 y hasta la actualidad vuelve a la experimentación objetiva del espacio pictórico en relación con el tiempo, en la cual la geometría y el elemento azar juegan un papel crucial.