Para llevarla a cabo se han construido diversas piezas manufacturadas que remiten a los despieces de ebanistería, a las secciones y alzados propios de las instrucciones de montaje, al bricolaje y al do it yourself. Su intención última sería la supuesta construcción de elementos comunes en el contexto expositivo, como una caja de luz o un altavoz.
Pero, en realidad, esa supuesta finalidad ha sido desplazada por otra: la de servir de modelo directo para una serie de dibujos lineales geométricos, de extraordinaria precisión y limpieza, al borde del dibujo técnico, que funcionan como falsos planos, con el detalle y la minuciosidad propios del realismo.
Cada uno de los elementos que aparecen en el montaje guarda una utilidad práctica desplazada, ambivalente y dudosa. La pérdida de su sentido primigenio como planos a seguir por el usuario es lo que le concede su nuevo significado. AFTERPLAN propone una lectura un tanto paradójica, al borde de lo absurdo, irónica, pero seriamente tratada, de nuestra relación con la tecnología y la producción.