Además, Mechelen, como se la conoce en neerlandés, fue el bastión legal de la Europa medieval, y aquí tuvo su sede desde 1473 el Gran Consejo, considerado el primer tribunal europeo. Precisamente esa intensa y prolongada relación con la justicia ha dado el tema de la octava edición de la Contour Biennale de arte en movimiento, que en esta ocasión cuenta con el comisariado de Natasha Ginwala y lleva por título Mundos polifónicos. La justicia como medio.
«La Bienal parte del lugar histórico que ocupó el Gran Consejo -explica Ginwala-; un recordatorio icónico de la arquitectura de la corte que por vez primera trató de abordar los Países Bajos a través de la jurisprudencia racional. Aquí, la ley no sólo se hablaba, sino que se promulgó con fuerza a través de los territorios holandeses, alemanes y franceses. El mundo moderno, reunido a través del sistema occidental de estados-nación, está intrínsecamente ligado a la progresión del derecho europeo y a los principios de la Ilustración de racionalidad en torno a la representación legal. Desde los vestigios de esta infraestructura judicial, esta Bienal investiga el campo de la justicia social y sus instrumentos como arqueología mediática, de manera que la justicia misma es considerada un medio que es, simultáneamente, una operación performativa, ética y estética».
Hasta el 21 de mayo se pueden contemplar en seis rincones históricos y culturales repartidos por la ciudad proyectos de videoarte, cine, instalaciones y performance realizados por 25 artistas y colectivos de todo el mundo. Una excelente oportunidad para acercarse a esta dinámica urbe (está a tan solo 11 minutos en tren del aeropuerto de Bruselas) que vuelve a ocupar, gracias a su personalidad y a sus múltiples atractivos, un lugar destacado entre las ciudades flamencas.