El cocomisario de la muestra, Alfonso de la Torre, destaca que ésta reivindica y pone en valor la relación de Millares con Cataluña, algo que no se había valorado en su justa medida hasta ahora, algo en lo que enfatizan los directores de la galería, Jordi y Eduard Mayoral, «el legado de Millares es universal porque cuando miramos sus creaciones entendemos que su obra parte del dolor y de la esperanza. Al contemplarlas nos rearmamos y concluimos que desde el mundo del arte debemos seguir luchando por un futuro digno. Si organizamos una exposición monográfica de Millares en Barcelona es porque queremos hacerle justicia a este colosal creador, explicar su relación con Cataluña y proseguir sus batallas. En definitiva, rescatarlo para volverlo a explicar desde la contemporaneidad para el futuro».
Las obras ilustran el proceso creativo del artista, revelando tanto su aguda sensibilidad como la fuerza inconformista y la voluntad de denuncia que impulsan su creación. En palabras de De la Torre, “en Millares siempre hay un elemento que queda fuera de control, que es ese modo de ir directo a las cosas, de no permitir distracciones, tener esa dimensión firme, como firmemente ética, sin doblegarse”.
Millares. Construyendo puentes, no muros es fruto de la colaboración de Elvireta Escobio, viuda de Millares; sus hijas, Coro y Eva Millares; Chus Martínez, Emmanuel Guigon y Llucià Homs. Asimismo, ha sido indispensable la cooperación de instituciones como Documenta, el Museo Reina Sofía, Fundación Antonio Pérez, Successió Miró y Fundació Joan Brossa.
En la muestra se incluye abundante material documental inédito, como una fotografía de Leopoldo Pomés de 1959 en la que aparecen los cuatro artistas que quedaban de El Paso en la inauguración de una exposición en la Sala Gaspar, u otra en la que figura Joan Miró apoyando a esos jóvenes artistas, que tenían entonces 30 años.
En la galería también se proyecta el documental Millares, 1970, realizado por el propio artista y su mujer, una meditación sobre la violencia y sus cicatrices en la superficie de la tierra. Como recuerda De la Torre, la obra del canario es «una reflexión acerca de la brutalidad humana, una meditación sobre las heridas tanto físicas como psíquicas que se abrieron en la Europa del siglo XX».
Obras clave
La exposición recorre el último periodo del artista (1957-1972), ilustrando la evolución estilística en su etapa más reconocida. Se exhiben obras de gran importancia en su trayectoria, como en el caso de Cuadro 32 (1957-58), una de las ocho obras que Millares expuso en la XXIX Bienal de Venecia en 1958 (tres de las cuales se incluyen en la muestra). Esta obra se compone de numerosas roturas, cordeles e hilos, mientras que cromáticamente prevalece el antagonismo del blanco y el negro.
Con el paso del tiempo, las formas enfatizadas sobre el fondo cobrarán cada vez más relieve, dando paso a los llamados “homúnculos”. Esta serie de cuadros de reminiscencias antropomórficas sintetiza la visión de Millares del cuerpo humano en el siglo XX: devastado y humillado. La obra Homúnculo (1) (1964) es el paradigma de la definición que dio a su propia creación: “sombrajos de redención humana”
Entre la selección de obras se incluyen también dos extraordinarios trípticos. Uno de ellos, Divertimentos para un político (1963), forma parte de la colección permanente de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca y participó en la exposición Le monde en question (1967) en el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris.