Cohen es un artista de performance cuya mirada y acción se centran en lo marginal de la sociedad, comenzando con su propia identidad como hombre gay y judío. Con un vestuario escultórico y repleto de significado diseñado por él, realiza sus intervenciones en el espacio público, galerías de arte o teatros de medio mundo.
Su estancia en Madrid comienza el 23 de abril con la proyección de los vídeos con los que el artista ha documentado sus performances. En la Sala de Hormigón de la Nave 10 se podrá ver de manera ininterrumpida una selección de sus obras más conocidas. Algunas de ellas, como el famoso Chandelier, han sido presentados en el Centre Pompidou de París, Holanda e Inglaterra.
Es un trabajo que el artista realizó en 2002 en un asentamiento chabolista a las afueras de Johannesburgo. Con un vestido de lámpara de araña de cristal francesa del siglo XIX, Cohen interactuó con los habitantes del campamento para llamar la atención sobre las diferencias políticas y de clases, resultado de las indignidades del crimen contra la humanidad que fue el Aparheid. En el momento de la performance, las fuerzas de seguridad estaban en proceso de desmantelar el poblado, esta realidad no prevista añadió otro nivel de complejidad al trabajo. Cohen lo describe como “un ballet de violencia”.
Acompañado por un gallo
Otras como Coq/Cock (2012), en la que estuvo acompañado por un gallo llamado Frank Gallus Gallus, forman parte de la colección de la Ville de París. También se podrán ver las piezas Cleanning Time (2007), que se llevó a cabo en Viena y en la que utilizó como punto de partida el hecho de que en esta ciudad, durante el Holocausto, los judíos fueron obligados a limpiar las calles con cepillos de dientes; y Voting (1999), un trabajo que se desarrolló durante las segundas elecciones libres y justas de la historia de Sudáfrica, invitando a reflexionar sobre la legalidad de los sujetos y la arbitrariedad de este concepto en tareas básicas como la de ejercer el derecho al voto.
También se mostrará un extracto de los trabajos Title Withheld (Título Oculto – por razones éticas y legales, 2012), realizado para escenarios semiteatrales inusuales y que tiene que ver con un original diario del Holocausto que descubrió en un rastro; y Chagall Kudu (2000), en el que se presentó sin invitación a la inauguración de una exposición de Chagall en la galería Standard Bank, en Johannesburgo, ataviado con una larga cornamenta (de kudu) como un gorro y el enorme peso le obligaba a encontrar un vocabulario alternativo de movimientos.
El día 21 de abril, a las 21.15 h, se proyectará esta misma selección en Cineteca. Al finalizar el pase, el público podrá comentar con el artista su trabajo. Para finalizar la semana, Cohen ofrecerá un taller de Body Scenography dentro del marco de actividades del Foro Mundial sobre las violencias urbanas y educación para la convivencia y la paz.
Cohen habla de sus talleres
“Entendernos a nosotros mismos como un escenario móvil. Un lugar designado a la producción de acciones donde podemos construir para ser y aprender a dejar que las cosas sucedan, a través del movimiento, mientras los demás nos miran. Ser un marco.
Mis talleres constan de varios elementos. Un elemento práctico y físico, como una elaboración teórica de un proyecto “propio” en el que se presta atención a la evolución de una idea personal. Cada día conversaremos un rato para nutrirnos y preparar el desarrollo y, en última instancia, para llevar a cabo la idea que cada persona quiera poner en marcha. Ya sea en un museo, en un teatro, en público o en cualquier otro espacio (preferiblemente en este planeta).
Por otro lado, un día típico –aunque no hay que sorprenderse si los días son atípicos, es muy normal teniendo en cuenta que estamos en el universo del arte– consistirá en un calentamiento básico guiado, cada uno a su propio nivel, para despertar. Habrá pequeñas sesiones de juego para explorar las formas de movimiento (o no), individual o en grupo, dependiendo de lo que la gente quiera.
Mi forma de desarrollar un nuevo lenguaje de movimiento siempre ha sido a través de redefinir lo familiar restringiendo el cuerpo: con calzados extraños como plataformas, vestuario laborioso como cortinas y obstaculizando los sentidos, por ejemplo mediante la luz. Por eso utilizaré objetos sencillos para cultivar un reentendimiento de aquello con lo que nos sentimos muy familiarizados y damos por hecho. Desaprenderemos las cosas juntos. Interpretaremos un lenguaje que no podemos emitir. Intensificaremos las formas de estar presentes y ser comunicativos.
Le pediré a los participantes que traigan varias cosas, no más de cinco, que tengan algún significado para ellos: una prenda de ropa, una joya, algo de la cocina o del cubo de la basura, una herramienta, un juguete, un mueble… depende de cada persona. Si quieren complicarse la vida y traer algo farragoso, precioso o frágil adelante, será su responsabilidad no la mía. Preferiblemente nada vivo ya que voy a estar ahí para animar y nutrir a cada participante, no para alimentar a su perro o preocuparme por el bienestar de su loro. Hay que intentar gastar la energía de una manera inteligente.
Para aquellos que quieran correr el riesgo de verse así mismos también trabajaremos con vídeo y dedicaremos un poco de tiempo a vernos de fuera adentro. Todo lo que ocurra en los talleres (cualquier material que se grabe o fotografíe) se queda dentro del grupo. Individualmente y juntos consensuaremos si lo archivamos, guardamos o borramos.
Los participantes se podrán llevar las ideas de los talleres y expandirlas cómo y dónde quieran. Y aunque a veces se me ha acusado de hacer un trabajo muy provocativo, esta no ha sido nunca mi intención. Mi objetivo es convocar, invocar y evocar. El trabajo pude ser muy divertido y yo también quiero aprender. Enseñémonos mutuamente a conjurar”.