En los años del free jazz y la poesía de la generación beat, con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, un grupo de artistas rompieron con las convenciones establecidas dando lugar a un movimiento que nace de una experiencia artística y vital común en el que, sin embargo, cada uno de ellos tenía su propio estilo. A diferencia del Cubismo y el Surrealismo que le precedieron, el Expresionismo Abstracto escapa de toda fórmula establecida y supone una celebración de la diversidad y la libertad individual a la hora de expresarse.
Esta muestra, patrocinada por la Fundación BBVA con la colaboración de la Terra Foundation for American Art, intenta arrojar nueva luz sobre este fenómeno diverso, complejo y poliédrico a menudo erróneamente percibido como un todo unificado.
Son características de este movimiento las obras de escala colosal, en ocasiones intensas, espontáneas y sumamente expresivas, y en otras ocasiones más contemplativas, a través de grandes campos de color. Estas creaciones redefinieron la naturaleza de la pintura y aspiraban no solo a ser admiradas desde lejos sino también a ser disfrutadas como encuentros bidireccionales entre el artista y el observador.
A la vez que el autor expresa sus emociones y transmite la sensación de hacerlas presentes en la obra, la percepción del espectador constituye el elemento final de esta interacción. Así, “la pintura abstracta es abstracta. Se enfrenta a ti”, como afirmaría Pollock en 1950, pudiendo la intensidad de este encuentro verse acentuada por la forma de exhibir la obra, tal y como ocurre en la Capilla Rothko (Rothko Chapel) en Houston.