Documentado a partir de testimonios de rehenes liberados por los integristas, el montaje ofrece una visión real de una situación que supera a la ficción. La lucha por la supervivencia adquiere también forma de humor, de ingenio y de comunicación. Un espectáculo actual, que pone sobre la mesa cuestiones candentes, y una historia que recorre todo el arco de las emociones.
La historia tiene como protagonistas a Rober, Ismail y Anik, cooperantes secuestrados en una cueva en las montañas de Afganistán, junto con uno de sus captores, Amina, mujer talibán: son cuatro víctimas de la situación geopolítica y de su propio deseo de acción, que van superando las crisis diarias gracias a una mezcla inestable de decisión, sentido común, locura, ingenio, humor, rabia, secretos, comunicación, ternura y suerte.
Guerra y fanatismo
Salvatierra se ha documentado con relatos escritos por rehenes reales. Fundamentalmente en el libro An evil cradling, de Brian Keenan, profesor irlandés que estuvo cuatro años y medio en poder de integristas chíies en Líbano; y Captive, de Jere Van Dyk, periodista estadounidense cautivo dos meses en una prisión talibán en las montañas, así como en numerosas noticias y artículos.
La obra también plantea cuestiones a las que quizás no todos demos las mismas respuestas. En palabras de Lavín, “el espectáculo se ha creado desde una concepción a la vez comprometida y festiva del teatro. Nuestra apuesta siempre ha sido exprimir el rico material que el texto ofrece al actor para crear, desde la interpretación, una complicidad con el público, urdiendo una realidad escénica donde los sentimientos, las sugerencias, el humor y la poesía también tienen cabida”.