El proyecto toma su título de una de las frases que Jean Paul Sartre ideara en El secuestrado de Venecia (1969). En este ensayo se acerca con entusiasmo a la obra de Jacopo Robusti Tintoretto –quien fuera llamado a firmar el final de la pintura del Renacimiento–, refiriéndose a la Venecia en decadencia de la segunda mitad del siglo XVI como una ciudad que, como de costumbre, permanecía muda o mentía.
Permanecer mudo o mentir establece cierto paralelismo entre la Venecia del siglo XVI y la actualidad en occidente, ofreciendo una reflexión que tiene que ver con finales –la muerte y las muertes serían su paradigma– más que con principios; con territorios intermedios más que con territorios claros, autónomos y precisos; con situaciones secantes y mínimamente intersectadas más que con situaciones nítidas y obsoletamente precisas.
El proyecto se sitúa en una zona teórica y práctica que trabaja sobre el tiempo, el Tiempo y, más cercanamente, nuestro tiempo, incidiendo en la puesta en escena de construcciones que dicen de lo que cesa y determinando una estructura espacio-temporal lábil, difusa. Esta estructura resulta de articular lo que deriva del acercamiento artístico a diversos temas –la Clase Obrera, la Exposición, la Pintura, la Enfermedad, la Obsolescencia, el Dibujo interior y el Tiempo (nuestro tiempo)–, y se organiza por la interrelación de los nodos temáticos, las zonas intermedias y la reflexión teórica sobre esas articulaciones.
Nodos, zonas y reflexiones
Estos nodos, zonas y reflexiones teóricas insisten en los temas citados, asociados a la reflexión sobre las representaciones del orden, de lo accidental y de las significaciones de la muerte y vinculados al pensamiento de Aristóteles, Jean-Paul Sartre, Alain Badiou, Dominique Ingres, Paul Valéry, Jacques Lacan y Nicolas Poussin, entre otros.
El proyecto, comisariado por Montserrat Rodríguez Garzo –que desde 1998 investiga las aplicaciones del psicoanálisis en el ámbito psicosocial, y la mecánica de la creación de lenguaje en las psicosis y en los hechos artísticos–, propone pensar la lógica de un dispositivo, la exposición, situando lo que viene del encuentro de dos modos discursivos: el de la obra como pensamiento artístico, representado aquí por la obra de Corbeira, y el que viene del uso del pensamiento lacaniano como herramienta para indagar las dimensiones estéticas de los lenguajes artísticos.
Las reflexiones que se van produciendo en los encuentros con el sujeto estético (la obra), informan teóricamente la producción de Corbeira, acompañando esta información de las referencias con las que trabajar para construir el andamiaje estético del que el complejo de significaciones, los temas, es una de las vertientes; la otra, no de menor importancia, es la que da cuenta de la sintaxis que organiza las morfologías del fenómeno visual en Permanecer mudo o mentir, pensadas como “peldaños de la constitución del mundo en el campo escópico”.