Fechada hacia el 307 a. C., se trata de uno de los escasísimos bronces originales helenísticos que se conservan, una pieza excepcional por su tamaño y calidad, que mide 45 centímetros y que, probablemente, pertenecía a una estatua de una altura de aproximadamente 3,50 metros. La calidad de este bronce se aprecia particularmente en la magistral elaboración de la cabellera, cuyos densos bucles se distribuyen vivamente sobre la cabeza y en la maestría de la fundición con la técnica de la cera perdida. Una técnica utilizada en la escultura griega para fundir piezas pequeñas, que ensambladas configuraban una escultura de gran tamaño.
Procedente de la colección de la reina Cristina de Suecia, su primera propietaria conocida, y tras su llegada a España en 1725, quedó depositada en el Palacio de la Granja de San Ildefonso como parte de la colección de Felipe V e Isabel de Farnesio, e ingresó en las colecciones del Prado hacia 1830. Recientes investigaciones han permitido la identificación del personaje representado como el general y rey helenístico Demetrio I, llamado Poliorcetes por sus clamorosos y exitosos asedios a ciudades enemigas. Junto con su padre, el diádoco Antígono I, Demetrio fue el primer sucesor de Alejandro Magno (356-323 a. C.).
Esta identificación ha sido una tarea complicada porque no presenta atributos inequívocos ni sus rasgos responden con claridad a los de un retrato. Por su tipología ambigua, la obra aporta dos mensajes distintos, según se mire de frente o de perfil. En la vista frontal se reconoce la tipología ideal del arte griego para representaciones de dioses y héroes, como las creadas por el escultor clásico griego Scopas hacia 340 a. C. Sin embargo, en las vistas de perfil se pueden reconocer los rasgos de un retrato: una frente abombada y musculosa, ojos bastante hundidos, la cara oblonga y una boca ligeramente abierta.
Alejandro Magno, que se representó como dios y como héroe, fue el primero en utilizar este tipo de retrato, que luego imitaron los diádocos, los generales que le sucedieron. Un retrato de mármol, encontrado con otros retratos de soberanos helenísticos en la Villa de los Papiros de Herculano y que se interpreta como retrato de Demetrio Poliorcetes, comparte con la cabeza monumental del Museo del Prado un peinado parecido y los mismo rasgos fisonómicos, al igual que otro retrato en mármol en Copenhague.
Superficie original
El estado de conservación del retrato de Demetrio Poliorcetes mostraba el azaroso recorrido seguido por la pieza a lo largo de los siglos y las numerosas intervenciones a las que había sido sometida. Con el fin de preservarla, estas intervenciones ocultaban la superficie original del bronce bajo capas de adhesivos, betunes y pintura. Los estudios técnicos previos han aportado relevantes datos sobre su proceso de fundición e historia, además de dar a conocer los problemas de estabilidad tanto del metal en sí como de la estructura.
Como objetivo prioritario se ha recuperado la superficie y el color original de la escultura facilitando su legibilidad; estabilizando y protegiendo los materiales que la componen, sobre todo el bronce; y reforzando la estructura interna para evitar tensiones estructurales como las que provocaron las fisuras, mediante el diseño de un soporte resistente y estable que evite cubrir áreas de superficie original.
El proceso de restauración ha consistido en la eliminación de las resinas, adhesivos, protecciones y betunes de antiguas intervenciones sobre la superficie del bronce; la reubicación, en su lugar original, de algunos fragmentos que estaban mal colocados; y el diseño de nuevos sistemas de fijación puntuales y reversibles.