Para Luis Alberto Pérez Velarde, conservador del Museo del Greco, estas pinturas son un «excelente ejemplo de la aportación del Greco a la historia española del retrato, consagrándose como introductor en nuestro país del retrato psicológico, es decir, de aquel que muestra algo tan sutil y difícil de captar como es la vida interior de la persona». El conservador también recuerda que «fue en Toledo, y gracias a la figura del Greco, donde se desarrolló de manera brillante el retrato civil, protagonizado por caballeros ilustres de la vida local».
Las obras del Greco se presentan en la sala 7 del Museo, dedicada al retrato de corte del siglo XVI y principios del XVII, concebido como una representación del poder al servicio de la idea de majestad y de los intereses dinásticos. Los retratos de Felipe II, su hermana doña Juana de Austria y su nieto Felipe Manuel de Saboya forman una secuencia pictórica que abrió Moro en la corte española de los Habsburgo y que continuaron Sánchez Coello y Pantoja de la Cruz, hasta culminar con Velázquez.
Buen conocedor de esta tradición, Pourbus la aplica en el retrato de María de Médicis, reina de Francia. Estos retratos de la colección del Museo proporcionan un contexto a los dos del Greco que se presentan ahora como exponentes destacados de su contribución al retrato civil de la época. Por otra parte, en la sala 8 se presentan dos pinturas del Greco, también de la colección del Museo, de tema religioso: San Francisco en oración ante el Crucificado (c.1587-1596) y La Anunciación (c. 1596-1600).