La obra de Trillo emergió en un momento clave para el desarrollo de una nueva cultura fotográfica en Madrid, en unos años en que puede rastrearse una interesante dialéctica entre dos ámbitos discursivos complementarios: la pared de las salas de arte, que empezaban a albergar fotografía, y la página impresa de ciertas revistas y, especialmente, de los fanzines Rockocó, que el artista editó entre 1981 y 1985.
En Miguel Trillo. Doble exposición se recontextualiza el desarrollo del trabajo del artista, que desde mediados de los 70 experimentaba transformaciones, periodo en el que Trillo sentó las bases de su proyecto artístico. En sus primeras exposiciones, los displays (recursos para la presentación de sus fotos) que utilizó en ambos espacios se alejaban de manera consciente de los modos más convencionales utilizados para exponer fotografía en ese momento.
Desde sus primeras fotografías de conciertos, en 1978, hasta mediados de los ochenta, Trillo exploró de manera sistemática las estéticas musicales (mod, rockers, punks, heavies) que poblaban las calles de Londres, ciudad que visitó en varias ocasiones entre 1980 y 1984, y Madrid. Esta larga serie de fotografías de grupos tocando en directo para retratar esa eclosión de culturas juveniles iba a constituir los cimientos de su obra y se expondría en la Galería Ovidio en 1982, sin marco ni cristal, adheridas a panelas de madera pintados de colores pastel y con música sonando de fondo, con un carácter desenfadado casi ‘pop’.
Unos meses después, en junio de 1983, Trillo expuso por primera vez las fotografías de jóvenes que había realizado durante los tres años anteriores en Madrid y Londres. Las imágenes que se mostraron en la Sala Amadís eran fotocopias en color de las fotografías positivadas a partir de diapositivas. El valor artístico de su trabajo no residía ya en la obra original o la tirada limitada, ni en la pericia técnica durante el proceso de revelado, ni siquiera en la calidad de la imagen o en el acabado profesional del montaje. Utilizó una tecnología tan novedosa como pobre y accesible (más low que high-tech), que conectaba con el espíritu do it yourself y resultaba familiar para los protagonistas de las tomas y su posible público.
Estéticas subculturales
Miguel Trillo ha documentado la evolución de las estéticas subculturales desde finales de los años setenta, fecha en la que comenzó a retratar a jóvenes en conciertos, fiestas y discotecas, hasta nuestros días. Su obra presenta un retrato colectivo de una sociedad en proceso de transformación. Sus fotografías han sido incluidas en las publicaciones españolas más innovadoras del último cuarto de siglo y expuestas en importantes museos y centros nacionales e internacionales como el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, la Sala Canal de Isabel II de Madrid, el MACBA de Barcelona, el Metropolitan Museum of Photography de Tokio y el Carroussel du Louvre de París. El Museo Reina Sofía ha incluido su fanzine Rockocó y fotos de principios de los ochenta en la Colección 3: De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982), y el CA2M cuenta con 35 de sus obras en su colección.