Con la llegada de los primeros viajeros europeos se fue forjando una imagen singular de Andalucía. Tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), España comenzó a ser vista como un país luminoso y exótico que llamó la atención de los artistas, principalmente ingleses y franceses. Estos se encargaron de ilustrar las primeras guías de viajes que comienzan a incluir a España y presentan a Andalucía como una región llena de contrastes, entre una rica herencia cultural y una sociedad anclada en otra época.
Todas las obras que se exhiben formaron parte de la colección artística de José Manuel Camacho Padilla (Baza, Jaén, 1888 – Córdoba, 1953), catedrático de lengua y literatura, quien donó sus obras al Museo de Bellas Artes en 1945, siendo efectivo su ingreso en 1969. Desde entonces, el museo ha conservado, estudiado y expuesto en varias ocasiones esta colección que acerca al descubrimiento de una época pasada con una mirada llena de inspiración.
Romanticismo andaluz
Dividida en tres apartados (Ciudad, Monumento y Gentes), la exposición recoge la construcción de esa imagen que divulgó el Romanticismo, centrándose en tres de las ciudades que más interesaron a estos viajeros: Sevilla, Granada y Córdoba. En la primera sección se muestran los curiosos trazados de estas tres ciudades, en los que pervivía el pasado medieval. Estas vistas resultan interesantes puesto que recogen el skyline de las ciudades que hoy se encuentran alterados por otros elementos. Las representaciones se ajustan a la realidad, aunque no están exentas de una cierta idealización y fantasía, modificando algunos elementos para conseguir un mayor efectismo.
En Monumento se reúne la herencia patrimonial. Algunos monumentos sobresalen por su singularidad y su capacidad de rememoración del pasado, valores a los que no es ajena la mirada del visitante. Destacan la Mezquita-Catedral de Córdoba y la Alhambra de Granada, que constituyen una inspiración única y marcan la diferencia con el resto de Europa. En su representación es evidente la deformación de las proporciones para aumentar la magnificencia del espacio. Además, la especial fijación en los monumentos del pasado andalusí despierta un nuevo interés en su recuperación.
Finalmente, en Gente se muestran los tipos populares. Estos son el contrapunto perfecto a las desmesuradas arquitecturas. Personajes sencillos en variadas actitudes muestran ciudades llenas de luz y actividad donde coexisten las ruinas del pasado con la vida cotidiana. Estos personajes en algunas ocasiones abundan en el tópico de una Andalucía cerrada y no son completamente representativos de la sociedad del momento.