A pesar de haber sido escrita a principios del siglo XVII, este texto continúa teniendo su vigencia intacta cuatrocientos años después. La corrupción de los dirigentes, la complicidad y el silencio del pueblo ante determinados comportamientos o la desigualdad social son aspectos de máxima actualidad en pleno siglo XXI. Fuente Ovejuna «trae consigo verdades devastadoras, verdades que, como ciudadanos y como gobernantes, como sociedad, en definitiva, no hemos logrado aprender a lo largo de la historia», asegura Hernández-Simón.
El elenco actoral, compuesto prácticamente en su totalidad por actores de la cuarta promoción de La Joven, aporta a la pieza la frescura, la pasión y la entrega de la juventud, características indispensables para un montaje que mira de frente a grandes temas universales como la justicia, la dignidad o la revolución.
«Todo pueblo tiene el derecho, el deber en realidad, de rebelarse ante la injusticia y la opresión; y, sin embargo, ha de tener la serenidad, la compasión y la inteligencia de entender aquello contra lo que se rebela, porque si no corre el peligro de ser como ese perro que se lanza a morder la correa que le aprisiona sin percibir siquiera la mano que la sujeta», explica el director.
Con Fuente Ovejuna se busca entender las razones que hacen que como ciudadanos repitamos una y otra vez el error de permitir ser gobernados de forma despótica. En palabras del director, «por ello creemos que es necesario poner el punto de mira de nuestra escenificación no tanto en las maldades de unos gobernantes corruptos, sino en los comportamientos sociales que hacen que dichos gobiernos sean viables, ya que entendemos que la complicidad del pueblo, bien sea por acción o por omisión, es el caldo de cultivo necesario para el alzamiento de la injusticia institucional».
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