En esta exposición solo se muestran los documentos españoles que llevan pinturas y aquellos que presentan contenido diplomático en sentido amplio, con carácter legal, histórico o administrativo, y en sentido estricto, sobre un hecho de naturaleza jurídica, con ciertas formalidades y con fuerza de prueba.
En palabras de Yeves, existe cierta confusión con estos fondos, ya que con frecuencia a todos ellos se les llama “ejecutorias” y no se distinguen entre los diferentes documentos: privilegios rodados, ejecutorias de hidalguía, declaraciones de mayorazgo, cartas de donación o certificaciones de armas.
Muchas de estas obras se muestran al público por primera vez y, aunque algunas de ellas han formado parte de otras exposiciones temporales, en esta ocasión es la primera vez que se exhiben como conjunto, con un discurso en el que se diferencian por su tipología documental. Los documentos elegidos están realizados en su mayor parte en pergamino, que da fe de la importancia del asunto y de la intención de permanencia, que sitúa a los visitantes en una sociedad del pasado, la del Antiguo Régimen.
Con ellos se puede construir la historia de los hechos, las personas y las instituciones aludidas o afectadas. Además se trata de obras adornadas con minuciosidad, elegancia y se puede afirmar que algunas contienen “destellos geniales” donde texto e imágenes están en armonía.
Valía histórica, estética y artística
La muestra se divide en cuatro partes, que se corresponden con cuatro vitrinas. La primera está dedicada a los privilegios rodados, el documento más solemne de la cancillería del Reino de Castilla y León desde el siglo XII al XV, cuya denominación proviene de la corte medieval española y toma su nombre del sello en forma de rueda que aparece en el documento.
Se exhiben un total de cuatro privilegios del siglo XV, uno de Juan II (1435), dos de Enrique IV (uno fechado en 1458 y otro en 1470) y uno de los Reyes Católicos (1481) que destacan por su caligrafía y sus complementos ornamentales, además de por contener el escudo y la relación de confirmantes, miembros de la familia real y autoridades civiles o eclesiásticas del reino.
En la segunda se encuentran cartas ejecutorias de hidalguía: documentos jurídicos habituales de los siglos XVI, XVII e incluso del XVIII. Estas ejecutorias “tiene su origen en los pleitos que presentaban ante las cancillerías de Valladolid o de Granada los demandantes con el objeto de que se les reconociese su condición de hidalgo y así poder gozar de numerosos beneficios” de carácter material, jurídico y social; resultando, por ejemplo, exentos del pago de tributos.
De las siete cartas ejecutorias que se muestran en esta sección destaca por su importancia artística la Carta ejecutoria de Arias Pardo de Cela, vecino de la ciudad de Sevilla del rey Felipe III (principios del siglo XVII) que fue realizada por Diego Gómez, un discípulo del pintor manierista Francisco Pacheco, el maestro y suegro de Velázquez.
En tercer lugar aparecen otros tipos de documentos diplomáticos, como cartas de donación, certificaciones de armas, concesiones de títulos de nobleza o escrituras de mayorazgo. Entre ellos es de especial relevancia la Escritura de mayorazgo de Diego López Pacheco, Marqués de Villena y Duque de Escalona, de 1515, que destaca por su minuciosidad, caligrafía, orlas y miniaturas, “una auténtica obra de arte en sí misma”, en palabras de los comisarios. Completa la exposición “una muestra reducida pero selecta de encuadernaciones en las que se reflejan los estilos artísticos de los siglos XVI al XIX” que sorprenderá a bibliófilos, lectores y aficionados al arte.
Finalmente, la cuarta vitrina alberga, entre otras, la encuadernación renacentista en cuero castaño sobre cartón que contiene la Carta ejecutoria de Francisco Vela de los Cobos y Pedro Vela de los Cobos, vecinos de la ciudad de Úbeda.