«Arquitectura» y «forense» son términos que al unirse alteran su significado y dan pie a una modalidad de práctica distinta. Eyal Weizman (Haifa, 1970) creó en 2010 la agencia de investigación Forensic Architecture (FA) con sede en Goldsmiths, Universidad de Londres. Reúne archivos de pruebas sobre los conflictos contemporáneos y crea nuevas metodologías de análisis como forma de intervención política en el terreno de los derechos humanos. Está integrada por un equipo multidisciplinar de arquitectos, artistas, activistas, científicos, abogados y cineastas que trabaja para destapar la violencia de Estado confrontando hechos con relatos oficiales. Para ello expanden la arquitectura más allá de sus límites disciplinares. A la arquitectura, entendida como «plástica política» que toma los edificios como sensores en cuya deformación material acumulan información, le plantean el reto de incorporar las prácticas forenses.
Por ejemplo, en las guerras que han devenido un conflicto urbano, la nube fruto de una bomba es considerada como un edificio en estado gaseoso. Se compone de los materiales que hubiera en él (hormigón, yeso, tejido, restos humanos…) y aporta información muy valiosa para sintetizar los sucesos en el espacio y en el tiempo. Mediante maquetas, análisis de vídeos, nuevas tecnologías, cartografías interactivas y otros recursos, reconstruyen los hechos de manera independiente o a petición de diversas ONG, entre ellas Amnistía Internacional. Los ataques de drones estadounidenses en la frontera entre Pakistán y Afganistán; la cárcel de torturas siria de Saydnaya; la batalla de Rafah, en el extremo sur de la franja de Gaza, en 2014 –cuya prueba más importante fueron los vídeos grabados por la población autóctona– o la investigación sobre los derechos de la naturaleza y de los animales y el límite que los separa del ser humano, son algunos de los casos que han tratado.
La arquitectura forense puede entenderse, además, como la creación de foros o tribunales. Estos últimos no existen necesariamente antes de que se cometa el crimen, sino que a menudo se fundan después de tener las pruebas. Cuando la vía judicial se agota o es inaccesible, otros foros en el espacio público se vuelven necesarios, para exponer las propias conclusiones a través de medios de comunicación, asambleas de la ONU, reuniones de activistas o exposiciones en museos.
Hacia una estética investigativa
¿Cuál es el papel de la estética? Esta estética forense incluye una atención pormenorizada a la imagen, el marco, el detalle… Todas las personas de FA que parten del arte aportan un tipo de sensibilidad y atención que ayuda a decodificar las imágenes; son especialistas en formas y hechos visuales, y tienen capacidad para comprender y plasmar los signos visuales. La idea de verdad que se persigue no es positivista, sino la de una verdad que se construye pragmáticamente con todos los problemas de representación. La producción de pruebas depende de la estética, de la presentación y de la representación. «El propósito de FA es servirse de la estética como una forma de intensificar el proceso de investigación mediante la apertura de los sentidos y el incremento de nuestra sensibilidad respecto al espacio, la materia, los relatos o las imágenes».
La pared que atraviesa los tres ámbitos de la exposición (Proposición, Investigaciones, Centre for Contemporary Nature) se ha concebido como un ensayo que se hace eco de las investigaciones incluidas en cada sala. Se presenta la clase de reflexión teórica y metodológica que la estética investigativa contemporánea exige hoy en día.
En Proposición se delinea el marco teórico e histórico en el que opera la arquitectura forense. Resalta los métodos, los principios y el vocabulario crítico relevantes en este campo, así como sus restricciones, problemas potenciales y contradicciones. Investigaciones expone en detalle una selección de casos recientes a cargo de FA y sus colaboradores. Incluye las respuestas, negaciones y ataques que la obra ha suscitado. Por último, Centre for Contemporary Nature presenta las investigaciones que sondean el umbral entre la violencia humana y el medio ambiente, especialmente a lo largo de la línea global de los bosques de los trópicos.