La evolución estética de la obra de Carlos Ciriza, con más de cuarto de siglo, se dirige hacia el acercamiento entre escultura y arquitectura gracias a nuevos materiales y técnicas que facilitan la integración entre estética y funcionalidad. Las dimensiones de sus obras crecen con el paso del tiempo, cada una de sus líneas se hacen definitivas y se integran en la arquitectura urbana.
Ciriza inició su carrera artística con reflexiones próximas al pensamiento de Richard Serra, Julio González, Chirino, Henry Moore, Chillida y Oteiza, utilizando al principio la madera, la piedra, metales industriales y el alabastro. Posteriormente ha ido depurando su estilo y definiendo el hierro como material principal, buscando la inspiración en sus formas y texturas.
La carrera que ha forjado revela una continua búsqueda, un progreso y una investigación profunda de las posibilidades que pueden darse en la relación entre materia, volumen, espacio, gravedad y equilibrio. La preocupación por el desplazamiento del volumen y por la circulación de espacios y vacíos son una constante en sus proyectos. Los movimientos, equilibrios y espacios encontrados proporcionan solidez, rotundidad y sencillez al conjunto de sus formas.
Su pintura se interrelaciona directamente con la escultura. En ella, el autor plasma armónicamente formas y pequeños fragmentos volumétricos, con los que combina masas de color y espacios en diferentes planos sobre murales, pizarras y papel.
El navarro se ha especializado en la instalación de esculturas de gran formato para espacios públicos y privados. Sus exposiciones y obras están integradas en la arquitectura, así como en los entornos urbanos y naturales (parques, plazas, rotondas, zonas verdes y espacios abiertos). Además cuenta con importantes piezas escultóricas instaladas en España, Europa y Estados Unidos. Actualmente trabaja en diversos encargos y proyectos monumentales en EE.UU. y Europa.