La muestra analiza la organización de exposiciones a través del prisma de la coreografía partiendo de los términos que la componen: partitura, cuerpo, espacio, tiempo y memoria.

Para ello, durante un mes, tres bailarines ocuparán constantemente sus espacios e interpretarán una coreografía de gestos, figuras y desplazamientos, con arreglo a las partituras e instrucciones escritas por Cecilia Bengolea, Jonah Bokaer, Tim Etchells, Karl Holmqvist, Jennifer Lacey, Roman Ondák, Michael Parsons y Michael Portnoy.

El proyecto, una coproducción de la Kunsthalle de St Gallen (Suiza) y de la Ferme du Buisson, de Noisiel (Francia), donde ya se expuso en 2007 y 2008, se ha retomado, modificado y ampliado siguiendo las pautas de la exposición original para brindar la experiencia única de una muestra de movimiento con un conjunto de formas desbordantes y de posibles significados.

La relación con el espectador queda profundamente alterada: ya no es él quien da vueltas alrededor de las obras, sino ellas las que danzan vueltas a su alrededor y le arrastran con su impulso. La proximidad turbadora de los bailarines y sus desplazamientos, a menudo imprevisibles, le obligan a ponerse él también en movimiento, a cambiar permanentemente de posición.

Con demasiada frecuencia, una exposición no es sino la acumulación temporal de objetos dispares en un espacio dado. Reconsiderar la materialidad de la obra de arte y por tanto la de la muestra proporciona una visión de lo efímero y lo no físico o, de nuevo, lo (in)material, ya sea a través de la ausencia y el vacío, de la voz y las palabras o del gesto y el movimiento y su coreografía inherente.