Esta colección fue donada por el artista alicantino a la ciudad para inaugurar el 5 de noviembre de 1977, hace ahora 40 años, el Museo de La Asegurada, hoy MACA, uno de los primeros museos de arte contemporáneo de España. Fundar un museo en plena transición era un hecho político en sí mismo: lo de Sempere era una actitud y un convencimiento. Donar su colección privada fue consecuencia de un profundo compromiso con el arte.

Hoy, la Colección Arte Siglo XX constituye el pilar básico del MACA. Una colección con vocación internacional que guarda obras de los protagonistas de casi todas las tendencias artísticas del siglo XX. Está compuesta por pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica que se han ido mostrando, a lo largo de la historia, de forma fragmentada.

Obra gráfica

La obra gráfica no es para Sempere una obra menor sino todo lo contrario. Después de experimentar en París varias técnicas de impresión, él y su compañero Abel Martín introducen en España la serigrafía, realizando estampaciones de sus propias obras y de sus amigos vinculados al Museo de Arte Abstracto de Cuenca, contribuyendo a la difusión del arte abstracto español, hasta ese momento muy poco conocido.

Era tan profunda su convicción de que la obra gráfica merecía status de obra original y que ponía al alcance de la gran mayoría de ciudadanos el arte contemporáneo, que fue reuniendo poco a poco una importante colección de estampas: dibujos, grabados, litografías y serigrafías… ejemplares raros, pruebas de artista, estampaciones fuera de comercio; un centenar de obras que forman parte de la Colección Arte Siglo XX, en algunas de las cuales Sempere y Martín habían participado como parte del proceso técnico.

Actividad frenética

Sempere había reunido a lo largo del tiempo, desde su posición privilegiada de creador y amigo personal de grandes artistas, una serie de obras que constituían el núcleo primigenio de esta Colección. Sin embargo, desde el anuncio de su intención de crear un Museo de Arte Contemporáneo en Alicante, se esforzó personalmente en conseguir obras de aquellos artistas que él consideraba indispensables en una colección de arte del siglo XX.

Con un gusto personal exquisito, una visión de futuro excepcional y un gran desgaste emocional, se sumergió en una actividad frenética de compras, cesiones, intercambios y compromisos de producción hasta reunir una selección de piezas extremadamente rigurosa y realmente espléndida. Y, además, se encargó de preparar todos y cada uno de los detalles de su museo: la luz, la pintura de las paredes, la colocación de las obras, los marcos, el folleto, el cartel anunciador, las invitaciones…todo lo necesario para convertir el museo en un obra propia.