El pilar fundamental es un proyecto instalativo que pretende ser reflejo de la relación que existe entre educación, cultura, política y democracia. Una propuesta que el artista explica recurriendo a una célebre cita del filósofo, político y periodista italiano Antonio Gramsci: “La mayor parte del poder hegemónico se ejerce a través de la cultura y se instrumentaliza mediante la religión, los medios de comunicación y el sistema educativo’.
En este sentido, el proyecto habla sobre la importancia del control político sobre el sistema educativo público y de cómo este resulta una herramienta más que útil para el control de la sociedad. Así, los elementos que componen la obra son un viejo pilar, construido e intervenido pictóricamente con los colores de la bandera española, y una gran montaña de papeles arrugados y tintados de negro que envuelven el pilar hasta que éste queda cubierto. Se aprecia así la ironía del uso del papel “como refuerzo de un pilar débil, reflejo de una sociedad desprovista de su capacidad crítica y libertad de pensamiento, fruto de la aplicación de una educación que no educa para pensar”, explica el artista.
Derrumbe inminente
Como elemento sustentante que es, este pilar “aparenta ejercer su función al situarse bajo un techo que, por alusión, bien se podría entender como la estructura de nuestro Estado de Bienestar. Un bienestar cuya integridad se ve en entredicho ante la evidente inconsistencia e inestabilidad de un pilar agrietado y débil, que sólo parece mantenerse en pie por la presión que sobre él ejercen las toneladas de papel que lo rodean. El derrumbe parece ser inminente”.
La montaña de papeles de la obra es “una amalgama de hojas rasgadas de libros de educación primaria, secundaria, grado etc.. , así como de otros muchos referidos a las leyes, artículos e historia de cada uno de los sistemas educativos que ha tenido España desde la instauración de la democracia. Libros educativos que ahora se presentan en deshuso, arrugados, amontonados, ilegibles y enturbiados por la misma tinta negra con la que fueron escritos, aludiendo con ello a la mutabilidad que poseen las palabras que albergan en su interior, en el sentido en que éstas bien articuladas constituyen la instrumentalización de la educación como herramienta de control”.
Acaymo S. Cuesta considera que los cambios que se producen en las instituciones públicas cada vez que hay elecciones “nos sumergen en una decadencia cada vez más obvia donde, por un lado, en la educación primaria y secundaria se prescinden o se reducen horas de asignaturas que hacen libres el pensamiento, tales como la filosofía, literatura universal o la educación plástica y visual; mientras que por el otro los estudios de grado o posgrado se privatizan al más puro estilo americano, tanto a través de costes de matrículas inaccesibles para al ciudadano medio como mediante la reducción de ayudas públicas que lo posibilitan”, afirma el artista.
Individuo condicionado
Acaymo S. Cuesta vive y trabaja en Gran Canaria. Es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna en el año 2008 y Máster en Producción Artística en la Universidad Politécnica Valencia en 2012.
Su trabajo gira en torno a la idea de que “el individuo está condicionado por el entorno que lo rodea, tanto a nivel familiar como social y, en especial, político». La historia y las vivencias constituyen para él una parte activa muy importante en la construcción de las personas, “en el sentido de que lo que nos rodea se presta a ser partícipe en una suerte de pulsiones que lo van construyendo o destruyendo”.
“Entiendo la configuración del sujeto como un contenedor de pulsiones irracionales provocadas por agentes externos. Me interesa la utilización de la palabra, en cuanto a la conformación del individuo se refiere, y de cómo esta puede ser utilizada como herramienta para controlarlo, adoctrinarlo, amansarlo o distraerlo”.