Desde el 7 de noviembre de 2017 al 5 de febrero de 2018 se exhibe en las salas de Goya del Museo de la Academia una pintura invitada del maestro aragonés: el Retrato de Moratín que conserva el Bellas Artes de Bilbao. Esta presencia incrementa la importantísima colección de retratos de Goya del Museo. La cesión temporal ha sido posible gracias al acuerdo de colaboración suscrito entre la Corporación y el museo bilbaíno, que recibe a cambio durante el mismo periodo otra obra maestra: La Primavera de Giuseppe Arcimboldo, de 1563.
En 1824, Goya pintó a su amigo el poeta y dramaturgo Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), de quien ya había realizado en 1799 el magistral retrato propiedad de la Academia. Reencontrados ambos en el exilio de Burdeos, el escritor alude en una carta fechada en septiembre de ese mismo año al deseo expresado por Goya de pintar su retrato: “Quiere retratarme y de ahí inferirás lo bonito que soy, quando tan diestros pinceles aspiran a multiplicar mis copias”.
El retrato destaca por su sobriedad y es uno de los primeros y más representativos del pintor en Burdeos. Muestra al escritor sentado a una mesa y apoyado sobre unos papeles, en los que Goya pone su firma invertida. La actitud meditabunda y la postura de la mano, que parece sujetar una pluma que, como revela su radiografía, fue luego ocultada, parecen mostrarlo en plena actividad creativa. La vestimenta y el fondo verdoso han sido conseguidos con pincelada amplia y suelta, mientras que el rostro está tratado con esmero mediante cuidadosos toques de pincel. Es éste un retrato intimista e intenso, pintado con cariño, en el que Goya consigue atrapar el carácter de su amigo, retraído y melancólico.
Leandro Fernández de Moratín nació en Madrid en 1760 hijo de noble familia asturiana. Su padre fue el poeta, dramaturgo y abogado Nicolás Fernández de Moratín. Vivió en un ambiente de frecuentes discusiones literarias. Leandro fue un hombre de teatro en el sentido amplio de la palabra. A su condición de autor teatral hay que añadir otros aspectos menos conocidos, pero importantes. Fue uno de los fundadores de la historiografía teatral española, así como un activo impulsor de la reforma teatral de su tiempo. Relacionado con los círculos del poder que estaban interesados en esta reforma y heredero de las ideas de su padre, no dejó de promover la renovación de la estructura teatral vigente en la España de su época.
El Retrato de Moratín del Museo de Bellas Artes de Bilbao se muestra en la misma sala donde está expuesta la efigie de Moratín de la Academia, de 1799. Obra maestra del género del retrato, el cuadro de la Academia es fruto de la amistad y coincidencia de pensamiento liberal entre Moratín y Goya. Moratín valoró desde el primer momento la calidad del lienzo, que agradecería dedicando una silva a su amigo: “Tú me los cumples, y en la edad futura, / al mirar de tu mano los primores / y en ellos mi semblante / voz sonará que al cielo te levante / con debidos honores, / venciendo de los años el desvío / y asociando a tu gloria el nombre mío”. De medio cuerpo, girado ligeramente hacia su derecha, resalta la intensa mirada del dramaturgo. La figura está modelada con gran libertad, con pincelada suelta y un fuerte golpe de luz dorada que incide sobre el rostro.
Figuras destacadas
Goya estuvo estrechamente vinculado durante su larga vida a la Real Academia, de la que fue miembro desde 1780 y llegó a ocupar el cargo de Teniente de Pintura y más tarde el de Director de Pintura y Director Honorario de la Academia. La Corporación conserva un excepcional conjunto de pinturas muy representativo de las distintas etapas del maestro. Las 13 pinturas de Goya en el Museo de la Academia quedan encuadradas entre dos de sus autorretratos: el del artista joven ante el caballete, y el de busto, con el pintor próximo a cumplir los setenta años.
Su relación personal con miembros ilustres de la cultura de su tiempo quedó plasmada en numerosos retratos, género en el que Goya fue profundamente innovador. La Academia conserva excelentes retratos de tres figuras destacadas y amigos personales del maestro: Leandro Fernández de Moratín, Juan de Villanueva y José Munárriz. A ellos se une el de la gran actriz La Tirana, que refleja el amor del maestro por el teatro. De signo diferente es el retrato ecuestre de Fernando VII, encargo oficial de la Academia, así como el del favorito Manuel Godoy en el apogeo de su poder.
Especialmente significativo es el conjunto de las cinco tablas de pequeño formato: El entierro de la sardina, Procesión de disciplinantes, Corrida de toros, La casa de locos y El Tribunal de la Inquisición. Son obras consideradas como «cuadros de gabinete» en los que Goya deja libre curso, en sus propias palabras, «al capricho y la invención».
Además de la rica colección de pinturas de Goya, la Academia custodia en su Archivo-Biblioteca un importante conjunto de cartas y documentos manuscritos del artista. Por otra parte, el principal tesoro conservado en la Calcografía Nacional son las planchas de cobre grabadas al aguafuerte por Goya (Caprichos, Desastres de la guerra, Tauromaquia y Disparates), obras cumbres de la historia universal del grabado.