La madera de magnolio, según el artista, ha tenido una evolución que la hace especial para su trabajo: «El magnolio ha evolucionado a su forma actual desde hace más de cien millones de años, y esencialmente no ha cambiado desde entonces. Me gusta la sensación de historia que emerge de esta madera».
La obra del escultor japonés, además de ser de preciso y asombroso detalle, se caracteriza por cobrar vida con pigmentos naturales y por ser instalada por el artista en lugares inesperados. Se da el caso incluso de espectadores que han llegado a confundir el trabajo de Suda con hierbas y flores producto del descuido en las instalaciones de museos y galerías.
El interés del escultor por tallar plantas se desarrolla en su época de estudiante en la Universidad de Arte Tama en Tokio a principios de los años 90. «Me mudé a Tokio cuando tenía 18 años para asistir a la Universidad Tama Art», explica en una entrevista. «Irónicamente, cuando vivía en el campo, no tenía interés en la naturaleza, pero después de mudarme a la ciudad desarrollé interés por ella».
Los estudios supusieron para Suda el contacto con el arte tradicional japonés inculcándole su aguda disciplina e importancia en el detalle. Más aún, la universidad le ayudó a definirse como artista. Cuando Suda termina sus estudios, el escultor tenía muy claro que su camino profesional lo llevaría a crear arte en pequeño formato: «¡No puedo hacer nada grande! En términos de la escala de arte creo que hay artistas que por naturaleza son capaces de crear obra en gran escala. Yo simplemente soy diferente a ellos. Cuando estaba en la universidad hice muchos dibujos y tallas de objetos distintos a plantas y flores, pero siempre me he sentido más cómodo con estas. Continúo realizando mis esculturas de adorno natural porque no me canso de ellas».
La primera exposición individual de Suda, titulada Ginza Weed Theory (1993), fue dentro de un camión de alquiler aparcado en una calle del barrio de Ginza en Tokio. A partir de entonces su trabajo fue reconocido y este ha sido expuesto en Japón y el resto del mundo. Desde entonces, Suda Yoshihiro ha dedicado su trayectoria artística a perfeccionar sus habilidades como escultor y a intentar transmitir con sus piezas calma, paciencia y concentración al espectador.
«Recientemente siento que el ritmo de vida es demasiado rápido. Nuevos aparatos y tecnologías aparecen uno detrás de otro. Sin embargo, nosotros, los humanos, no necesariamente evolucionamos al mismo ritmo. Por lo tanto, para cualquier cosa que demande técnica, como el arte, tienes que dedicar tiempo para gradualmente desarrollar habilidades».
El artista japonés, como muchos creadores, siente el compromiso de utilizar su arte como un vínculo entre él y el espectador. Proyectando su voluntad en su obra, despierta una reflexión acerca de lo que ocurre más allá de la obra a primera vista: «Tallo cosas pequeñas, pero, tan pequeñas que a veces pasan desapercibidas, tienen el potencial de cambiar la manera en que apreciamos un espacio. Creo que el arte puede cambiar nuestra perspectiva y manera de pensar. Nos motiva a ver cosas que de otra manera tal vez no veríamos».
- Recuerden la entrevista que le hicimos a Suda Yoshihiro a propósito de su primera exposición individual en la Galería Elvira González.