Muchas de las piezas que se exponen son obras maestras que han sido restauradas para la ocasión y que se presentan por primera vez fuera de Londres. Es el caso de las esculturas y el fragmento del friso procedentes del Mausoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Los antiguos griegos pensaban que el espíritu competitivo era inherente a la naturaleza humana y que podía transmitir una fuerza positiva, innovadora y dinámica. Frente al individualismo que domina muchos aspectos de la vida actual, en la antigua Grecia la competición representaba la personalidad colectiva y era un elemento de cohesión social.
Deporte y gloria
Niké, la diosa de la victoria que conecta el mundo de los mortales con el mundo de los dioses, da la bienvenida a la exposición, que invita a descubrir la idea de competición que dominaba todos los aspectos de la vida griega: desde la guerra, el deporte y los juegos infantiles hasta la creación artística, pasando por la vida cotidiana y el momento de la muerte. Los griegos aspiraban a alcanzar la excelencia mediante el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu, por un lado, mediante el deporte y, por el otro, a través de la filosofía, las artes y las ciencias.
Héroes, atletas y guerreros ilustraban esta rivalidad. Los griegos eran fanáticos del deporte. Los Juegos Panhelénicos, que se celebraban en Olimpia, Delfos, Istmia y Nemea, atraían a los mejores atletas. Los ganadores eran considerados héroes y podían conseguir grandes premios, ya fueran materiales o bien fama y prestigio. Los acontecimientos deportivos atraían a grandes multitudes y constituían una de las principales formas de entretenimiento. Los certámenes teatrales y musicales también atraían a miles de espectadores. Escritores como Esquilo, Eurípides, Sófocles o Aristófanes participaron en estos concursos.
Otro ámbito en el que se manifestaba el espíritu competitivo era la guerra. Los estados y reinos griegos vivieron en un conflicto casi constante entre sí y con sus vecinos. Las escenas de batallas, tanto reales como imaginarias, son habituales en el arte griego: desde pequeñas gemas hasta grandes esculturas arquitectónicas y monumentos conmemorativos en honor de soldados caídos.
Como ocurre hoy en día, la gente de diferentes clases y entornos sociales competía en la vida civil, aunque en este caso el campo de batalla eran los espacios públicos y los cementerios. Los poderosos rivalizaban por lograr mayor presencia pública y más reconocimiento. Esta lucha se traducía en un gusto por los objetos de lujo y, más allá de la muerte, en tumbas y mausoleos suntuosos.
Maravilla del mundo antiguo
En la muestra se exponen juntas por primera vez un gran número de obras maestras de la renombrada colección del British Museum, que con más de 100.000 objetos tiene uno de los fondos de antigüedades más grandes y completos del mundo clásico.
La amplia selección, formada por 172 piezas antiguas del museo británico, comprende desde una decena de estatuas de grandes dimensiones hasta pequeñas figuras, desde sellos exquisitamente grabados hasta monedas. Todas unidas por primera vez. También es la primera vez que muchas de estas obras salen del British Museum para su exhibición en la muestra, un numeroso grupo de las cuales lo hace directamente desde las salas de exposición del centro británico.
Es el caso de la parte final de la muestra, que ahonda en el tema de la muerte a través de las esculturas del Mausoleo de Halicarnaso, la tumba del rey Mausolo, una de las siete maravillas del mundo antiguo. El British Museum nunca antes había cedido en préstamo estas célebres esculturas, que además han sido restauradas para la ocasión.