Desde 1986, el primer trazo en todas las obras de Piffaretti ha sido una única línea vertical. Dividiendo en dos el lienzo crea dos áreas distintas dentro de cada pintura, que contienen dos composiciones aparentemente idénticas. El artista pinta una composición abstracta en uno de los lados, y repite la misma composición en el otro.
El segundo se construye mediante la mano y la memoria con la finalidad de reproducir el primero. Esta réplica resulta al mismo tiempo una división compositiva y un proceso de reproducción que también definen repetidamente las tres pasadas décadas de su práctica artística.
Aunque el espectador no puede distinguir cuál es el original y cuál la reproducción, exceptuando aquellas situaciones en las que el pintor deja uno de los lados en blanco, existen entre ambos diferencias menores, detalles pictóricos, consecuencia de los materiales y del proceso de aplicación de éstos en el lienzo, imposibles de imitar.
Como las imágenes congeladas de una película a dos fotogramas, las sutiles discrepancias de las dos imágenes producen una percepción del tiempo, del movimiento, de actividad e irreconciabilidad a través de la línea vertical.
La crítica de estas pinturas sobre la originalidad de la impronta artística no destierra su atractivo visual. Al contrario, a través de su imperfección, las obras insisten en la capacidad de sentimiento y emoción por medio del gesto de la reproducción.
Bernard Piffaretti
Su primera exposición fue en la Galerie Jean Fournier en 1986, y desde entonces su obra ha sido extensamente expuesta en museos y galerías internacionales, además de sus exposiciones individuales en el Musée des Beaux-Arts de Nantes (2015), el Fonds régional d’art contemporain de Franche-Comté (2015), el Musée d’art moderne de Saint Etienne (2009) y el Musée Matisse (2008), entre otros. Además será el protagonista de una próxima exposición en el Pompidou de París.
Refiriéndose tanto a las obras del grupo Supports/Surfaces como a la abstracción estadounidense, las a menudo lúdicas composiciones pop y el minimalismo deconstructivo de Piffaretti han hecho de él una figura fundamental en la pintura abstracta.