Albarracín plantea una mirada polisémica de la sociedad española y de su cultura, en un trabajo comprometido en la lucha por la conservación de las tradiciones y códigos a través de su necesario entendimiento desde prismas contemporáneos.
La crítica hacia las desigualdades, los prejuicios y el maniqueísmo conviven junto al humor, el color o la belleza en paralelo a la defensa de nuestra y de otras culturas. A partir de las tradiciones culturales y artísticas populares, la artista defiende la modernidad entendida a través de la libertad de pensamiento, despojada de prejuicios geográficos, culturales, sociales, económicos, de género o religión.
Este proceso se alcanza mediante una labor de introspección y revisión de nuestra historia, liberando nuestras tradiciones y rituales de clichés establecidos en otras épocas por cuestiones políticas e históricas.
Albarracín trabaja con registros radicalmente opuestos desde el esteticismo formal de sus dibujos, bordados, mandalas y fotografías, a la belleza salvaje de sus vídeos, performances e instalaciones, todos ellos presentes en esta muestra comisariada por Pia Ogea y organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte.