Es el dilema al que se enfrentan los pintores puristas, aquellos que sienten el arte como una forma de vida, más allá del dinero y de esas latas de sopa de Campbell, que representan el acecho del movimiento Pop Art encumbrado por Andy Warhol o Roy Lichtenstein. La brocha como una prolongación de su propio cuerpo y la experiencia frente al lienzo como una forma de vida sin alternativa.
Y en esta tesitura es donde se encuentra precisamente el pintor Mark Rothko (Letonia, 1903-Nueva York 1970), representante del Expresionismo Abstracto, cuando se pone delante del que puede ser el mayor éxito profesional de toda su carrera y, al mismo tiempo, su mayor problema ético: hacer una serie de murales para el nuevo restaurante del Four Seasons de Nueva York.
Representado a las mil maravillas por un Juan Echanove que grita y pinta a partes iguales, comienza su encargo de la mano de un ayudante tímido, inexperto, eclipsado: Ken, interpretado por un recién emancipado (y excepcional) Ricardo Gómez. Un joven aprendiz sin experiencia que se enfrenta también a la lucha de crecer como artista, encontrar su propia voz, y desligarse así del veterano reticente a vender su arte a esa burguesía pudiente que le reclama.
La crisis de la resistencia para no sucumbir a los estragos de dejarse vender al mejor postor.
Acunado y madurado en la pequeña pantalla y pese a su corta experiencia en teatro, -su estreno fue en 2016 con La Cocina-, Gómez encuentra así su sitio en el escenario y se convierte en una pieza clave para crecer junto a un Echanove exasperado por esa lucha interna por resolver un conflicto que no tiene una respuesta correcta: pintar o no pintar, ésa es la cuestión.
En algún momento de ese guión profundo y existencialista, el pintor parece encontrar su propia respuesta, a base de idas y venidas e incongruencias máximas: “Sí, los artistas deberían morir todos de hambre”, mientras acepta un cheque de 35.000 dólares de aquellos años 50. Una situación que se tambalea entre el roce del éxito y el miedo a no merecerlo que, de alguna forma, se representa a través de la metáfora de los colores negro y rojo: “Un día el negro engullirá al color rojo”.
A brochazos, la obra continua a ritmo palpitante, ágil, incombustible, en el que ese Rothko que se va derrumbando acaba asumiendo el mercantilismo en el que se ha convertido el arte: “Así de necios somos los seres humanos: tratamos de convertir el rojo en negro”.
Rojo fue escrita por el dramaturgo y guionista John Logan, –Gladiador, El aviador, Skyfall-, y ha conseguido gracias a este trabajo seis premios Tony, triunfando en los teatros de medio mundo, de Japón a Chile, y ahora llegando por primera vez a las salas españolas.
KEN: ¿Le da miedo el color negro?
MARK: No. Lo que de verdad me da miedo es la falta de luz.
Autor: John Logan
Director: Juan Echanove
Intérpretes: Juan Echanove y Ricardo Gómez
Atentos a los interesados: este jueves, 20 de diciembre, después de la representación habrá un encuentro con el público moderado por Almudena Grandes.