Para este homenaje, su director, Antonio Najarro, ha diseñado un espectáculo que incluye varias de sus coreografías más célebres, la mayoría pertenecientes al repertorio del BNE, en las que están representados varios de los estilos de la Danza Española a través de las brillantes creaciones del gran Antonio: Eritaña, Zapateado de Sarasate, Taranto (La taberna del toro), Fantasía galaica y El sombrero de tres picos.
En este espectáculo se ha puesto especial interés en recuperar los telones y las escenografías originales, reproduciendo con detalle los decorados y los trajes de las distintas coreografías.
Eritaña. Esta producción fue estrenada el 28 de abril de 1960 por Antonio y su Ballet Español en el Liceo de Barcelona. Isaac Albéniz compuso Suite Iberia al final de su vida, entre 1905 y 1909. Eritaña forma parte del cuaderno nº4 y se estrenó el 9 de febrero de 1909 en París, tres meses antes de su fallecimiento. Su fuente de inspiración son las sevillanas. Eritaña se nutre de los pasos de las sevillanas boleras y su forma de ejecución durante el siglo XIX. Una de las obras imprescindibles para entender la danza española en su camino hacia la excelencia por medio de la estilización coreográfica.
Zapateado. Se cumplen setenta años desde que Antonio estrenara su versión del Zapateado de Pablo Sarasate, su solo más célebre. La interpretación que hizo es una delicia. Para él, bailarlo “es como acariciar el suelo, hay que hablar con los pies, no dar patadas”. En las últimas décadas lo han bailado los primeros bailarines de las compañías que contaron con el arte de Antonio, pues es pieza de repertorio que va pasando de generación a generación, como pasa con las obras clásicas.
Taranto (La taberna del toro). En la película Lunas de Miel, tras bailar Zapateado, Antonio es recogido por la pareja protagonista –ella es la bailarina clásica Ludmilla Tcherina– y les dice que pueden parar a desayunar en La taberna del toro. Allí, entre otros paisanos, hay una chiquilla pizpireta, interpretada por la primera bailarina de su compañía, Carmen Rojas. Tras interpretar el Tango de Juana Vargas La Macarrona durante unos instantes, Antonio le pregunta a la jovencita si sabe bailar el taranto “con los brazos bien arriba y bien cimbreado ese talle”, dice, colocándole el cuerpo.
La taberna del toro se había estrenado dos años antes del rodaje de Luna de miel, en el Palace Theatre de Londres.
Fantasía galaica. En el libro que Gyenes dedicó en 1964 a Antonio se recogen las palabras de Ernesto Halffter, compositor de esta obra, sobre la coreografía de nuestro protagonista: “Nunca olvidaré lo que Antonio hizo con mi Fantasía galaica, de tantas bellezas en el detalle y en su conjunto; con aciertos tan singulares como el paso a dos, armonioso y poético, con el sonar de las vieiras contrapunteando el trenzar de los pasos… Antonio sabe hacer plásticas las ideas musicales con entera servidumbre y autenticidad al espíritu y a la letra de cada pentagrama”. Y es que la coreografía es un ejemplo de cómo estilizar nuestras danzas –en este caso, los bailes gallegos–, reinterpretando los pasos desde la sabiduría técnica, potenciando su estética teatral y haciendo casi visible la música. También encontramos aquí su pasión por el paso a dos, expresivo, acercándose a la tradición del ballet, ofreciéndolo despojado de etnicidad. Al final, eso sí, se vuelve esta creación vertiginosa en su alborada de cierre, recogiendo la dinámica propia de la muñeira, el baile más popular de Galicia.
El sombrero de tres picos. El estreno de su versión original, coreografiada por Leonide Massine, fue en el Teatro Alhambra de Londres el 22 de julio de 1919 por los Ballets Russes de Serge Diaghilev. El histórico empresario, con su gran olfato para reconocer el talento, le encargó a Manuel de Falla que reescribiese su ballet-pantomima El corregidor y la molinera, de 1917, creado para orquesta de cámara.
Con la versión de Antonio, El sombrero de tres picos triunfa como coreografía con el lenguaje de la Danza Española. Estrenado en 1958 en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, es con la versión de Antonio con la que el ballet adquiere su verdadera naturaleza, ya que la partitura de Falla es una obra maestra en la estilización de nuestros ritmos y melodías populares.