Chris Haring es uno de los coreógrafos más importantes de Austria. Ha trabajado con DV8 Physical Theatre o Nikolais / Luis Dance Cie. En sus actuaciones e instalaciones, Liquid Loft mezcla la danza contemporánea con otras formas de arte contemporáneo (artes visuales, ambiente sonoro y composición musical) consiguiendo crear obras de arte coherentes e integrales. Su lenguaje visual y formal, sus decorados acústicos y su calidad coreográfica le han otorgado reconocimiento internacional y premios como el León de Oro en la Bienal de Venecia.
Cena y paseo
Deep Dish es una cena convertida en un inquieto paseo a través de dimensiones macro y microcósmicas. Un festín de belleza efímera. Arte Povera 2.0. Evocadores bodegones barrocos del siglo XXI. Una operación escénica a corazón abierto.
Estrenada en Tanzquartier Wien en 2013, muestra una sociedad impulsada por el anhelo y la curiosidad, extravagante e insensible, que celebra su propia fugacidad en las múltiples dimensiones de la realidad.
A través de las imágenes que se proyectan en una gran pantalla, tomadas en directo con una videocámara dirigida por los intérpretes, el espectador viaja por extraños mundos paralelos de objetos orgánicos. En esta naturaleza muerta, todo movimiento y comportamiento humano es inexorablemente absorbido por la opulencia de la naturaleza.
“Hacer bailar a un brócoli puede invocar la misma tranquilidad que una bailarina elevando los brazos. La producción no aborda si es bueno o malo, pero nos recuerda que todo es efímero. La belleza es la única esperanza que tenemos, tanto en la vida como en la escena”, explica Chris Haring.
Belleza y decadencia
Como sucede en la novela Locus Solus (de Raymond Roussel) en la que el polímata Martial Canterel guía a sus invitados a través de diferentes paisajes, uno encuentra en Deep Dish la belleza y la decadencia de la existencia humana. Con la colaboración del artista Michel Blazy, el jardín es una expresión del esfuerzo humano por el control y su fútil escape de su propia fugacidad, pero también una imagen de crecimiento y proliferación que constantemente conduce al desarrollo de algo nuevo.
«La idea del jardín ha sido un tema central en el arte durante miles de años. Se trata del ser humano que de alguna manera está jugando a ser Dios en relación con la naturaleza. En el trabajo de Michel Blazy, la belleza emerge hasta el más mínimo detalle a través de procesos orgánicos que llevan mucho tiempo y que a su vez evolucionan hacia su propia aniquilación. La danza también es transitoria y tiene lugar en el momento, solo para desaparecer rápidamente. Ensayamos durante todo un año y lo que queda de la producción es solo una fracción de lo que al final existe únicamente como un recuerdo en el espectador. El hecho de que todo desaparecerá algún día no puede hacer nada al respecto, pero a través del trabajo de Blazy, el miedo a la muerte se elimina», dice Haring.