La exposición, organizada por la Fundación ICO en colaboración con el Ministerio de Fomento, propone un recorrido cronológico y sumamente visual por toda la obra de Fernando Higueras, con maquetas originales de la época, fotografías, planos y audios en los que el arquitecto habla sobre sus edificios y su concepción de la arquitectura. Además, en la planta baja se muestra una recreación de su estudio en su casa, el célebre “rascainfiernos”.
Higueras perteneció a una generación de arquitectos madrileños que tenía conciencia de participar en un proceso renovador de la arquitectura española, no reconocía límites a su actividad arquitectónica y carecía de la memoria histórica de la generación que había elaborado las propuestas del Régimen en los años 40. Un verdadero relevo generacional marcado por las nuevas necesidades de apertura del Franquismo y por las tentativas del sector cultural de reformar posiciones en el contexto de un proceso político sin expectativas de cambio.
Un aspecto que comparten los arquitectos nucleados en torno a la Escuela de Madrid es el alto grado de pragmatismo, que cabría calificar de realismo. Las demandas de la reconstrucción, las propuestas de colonización de nuevos territorios y, en general, la reorganización nacional, habían concentrado en Madrid organismos y actividades programadas para actuaciones a gran escala.
En ese momento surge en España un interés por las arquitecturas populares que en Higueras se traduce en interés por la relación entre naturaleza y arquitectura, un planteamiento que le permitiría relacionar categorías primigenias, esenciales, intemporales. “He aprendido mucho de la arquitectura popular anónima, ya que es una infinita fuente de lecciones. Siempre he apreciado en ésta la naturalidad, la adecuación, el orden y la funcionalidad, la lógica, la economía, además de la disciplina y la diversidad combinadas y armonizadas en un nivel que difícilmente encuentro en la arquitectura contemporánea”, afirmaba Higueras.
Para artistas
En 1960 realiza el primer trabajo con el concepto de la vivienda, concurriendo al concurso para el Premio Nacional de Arquitectura bajo el tema Diez residencias de artistas en el Monte de El Pardo. Este trabajo se publicó en múltiples revistas, tanto nacionales como internacionales. Las viviendas de artistas se convirtieron pronto en una de las constantes fundamentales de su obra.
La arquitectura para habitar responderá a razones de economía de recursos materiales, de costes de ejecución y plazos, pero estará siempre impregnada de aspectos relacionados con el bienestar, con las sensaciones placenteras más elementales, y también con el mundo de los sueños de sus clientes: desde la casa de César Manrique, pasando por las de Lucio Muñoz, el guitarrista Andrés Segovia, La Macarrona, Nùria Espert o su propia casa subterránea, un claustro materno terrestre iluminado cenitalmente al que llamaría el “rascainfiernos”.
En 1961 consigue el Premio Nacional de Arquitectura con su proyecto para el Centro de Restauraciones Artísticas (hoy IPCE), ‘La Corona de Espinas’, en la Ciudad Universitaria de Madrid, en colaboración con Rafael Moneo y Luis Roig d’Alós. Una obra definitiva en su trayectoria será la construcción del Colegio Estudio en Aravaca (1962), de donde parten todos los invariantes de arquitecturas posteriores. En este colegio empieza a desarrollar sus propuestas de diseño de mobiliario e interiorismo, que seguirá ampliando en toda su obra.
La intervención más conmovedora de Higueras en esta etapa son las viviendas para la Unidad Vecinal de Absorción en Hortaleza (1963), un exponente característico de la actuación pública en materia de vivienda de primera necesidad. El proyecto de las viviendas para el Patronato de Casas Militares (1967-1975) en la Glorieta de Ruiz Jiménez de Madrid es un caso particular del planteamiento de arquitectura para habitar. La manzana original fue transformada en una modalidad peculiar de propuesta urbanística en la que todos los requerimientos encontraban respuesta: fachadas públicas para vías abiertas, conexión de tráfico y usos de aparcamiento, vía interior de tráfico y zona ajardinada.
Lanzarote
En 1963 recibe el encargo de un Plan de Ordenación y Urbanización en Playa Blanca, en el sur de Lanzarote. Viaja a la isla junto a César Manrique y encuentra una riqueza de elementos naturales para el desarrollo de su trabajo que le llenan de entusiasmo: La Geria, con su picón y el verde de la vid, playas negras, paisaje lunar lleno de volcanes, el color de las aguas, etc. Su propuesta de respeto absoluto al entorno se traduce en la no intervención en el paisaje. Más tarde realizaría sus planteamientos para la Ciudad de las Gaviotas en el Risco de Famara y de Montaña Bermeja y la obra maestra del Hotel Las Salinas en Lanzarote, referente turístico de arquitectura al borde del mar.
Sus trabajos en la isla y en la Costa del Sol alcanzarían gran repercusión mediática e influirían en la plástica arquitectónica del momento dentro y fuera de nuestro país. Además, en 1969 fue invitado por el Principado de Mónaco al concurso internacional restringido de un edificio polivalente en Montecarlo.
En 2001 se deshace el gran estudio de la avenida de América, 14, y lo traslada a su vivienda, el ya famoso “rascainfiernos”. Son años de creatividad con proyectos tan atrevidos como su propuesta para la Zona Zero de Nueva York o el Rascacielos Horizontal para Shanghái. En 2007, constituye la fundación que lleva su nombre y que desde entonces mantiene vivo su legado.
Sobre Fernando Higueras
Fernando Higueras nació en Madrid el 26 de noviembre de 1930. Cursó bachillerato en el Colegio Estudio de Madrid, alternándolo con música y pintura. En 1959 se graduó por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Su proyecto fin de carrera se publicó en la revista Nueva Forma de Fullaondo y sus 10 Residencias de Artistas en El Pardo ganaron el accésit del Premio Nacional de Arquitectura.
Aficionado a la música, a la pintura, a la escultura y a la fotografía, participó desde 1953 en numerosos concursos de las cuatro ramas artísticas logrando a lo largo de su carrera gran número de premios. En urbanismo y arquitectura consiguió también un sinfín de premios y reconocimientos, entre los más relevantes: la Primera y Segunda Medallas de Arquitectura en la Exposición Nacional de Bellas Artes, 1966; fue invitado como único arquitecto español para el Concurso Internacional Restringido para Edificio de Oficinas para la firma DOM, en Colonia (Alemania), 1980; Primer Premio del Concurso Internacional para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Abu Dabi, 1980; invitado a la Bienal de Venecia, 1983. En 1983 fue seleccionado por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España para optar al Premio Internacional de Arquitectura Pritzker.
En 1969 el Museo de Arte Moderno de Nueva York solicita su proyecto para urbanización de Lanzarote; y en 1998 se concedió al Hotel Las Salinas de Lanzarote (1973) la categoría de Patrimonio Artístico y Cultural de la isla de Lanzarote. En 2002 el Ayuntamiento de Madrid catalogó y protegió otras tres obras suyas: la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España La Corona de Espinas (1965), el Colegio Estudio, Aravaca (1962), y la UVA de Hortaleza (1963).