“Durante muchos años he pensado que podría hacer mi obra simplemente dibujando. ¿Y por qué no? Los tiempos que corren lo permiten. Por fin se admite que un buen dibujo puede valer más que kilómetros de telas mediocres”, explica Pagola. “El dibujo para mí tiene ese lado espontáneo de algo que nos llama la atención, ese lado que siempre me gustó de ‘más es menos’. Y también esa manera rápida de expresar emociones, pensamientos… Siempre me ha interesado el artista como voyeur, el artista mirón, al que no se le escapa nada y luego procesa”.

© Javier Pagola. VEGAP, Madrid, 2019.

© Javier Pagola. VEGAP, Madrid, 2019.

Comisariada por Laura Revuelta, la muestra reúne 130 dibujos de temáticas diversas, 35 caras (rostros de corte expresionista), 13 libros de artista, una recreación de su estudio –mundo en el que está inmerso su imaginario creativo– y un vídeo en el que el propio Pagola explica los vericuetos en los que se enmarca la forma y el fondo de su trabajo.

Las salas del Museo ABC no presentan un recorrido ni una cronología al uso. “No hay orden ni demasiado concierto en esta muestra; más bien un cúmulo desordenado de sensaciones, de inquietudes, de vaivenes, de corrientes que se cruzan, de subidas y bajadas a unos infiernos que por momentos se tornan en paraísos. Espejismos. Monstruos y ninfas. Enanos cabezudos y voluptuosidades varias”, explica Revuelta.

El verdadero objetivo de la exposición es adentrase en la mente de un artista cuyo modo de trabajo no atiende a un espacio o un tiempo controlado. Mesas donde se muestran muchos de sus dibujos, de sus bocetos, de sueños y pesadillas. Vitrinas donde se exhiben algunos de sus libros de artista, de pequeño formato pero de intensidad creciente a medida que pasan las páginas. Papeles de gran formato en los que las formas reproducidas atrapan al espectador desde el primer golpe de vista.

Y para concluir y entender mejor su forma de entender el dibujo, la recreación de un estudio imaginario donde, durante varios días de la exposición, el propio Javier Pagola estará trabajando, añadiendo in situ un capítulo nuevo a su trayectoria.

Pasión

© Javier Pagola. VEGAP, Madrid, 2019.

© Javier Pagola. VEGAP, Madrid, 2019.

Javier Pagola estudió Arquitectura en Madrid entre los años 1974 y 1978, disciplina que abandonaría una vez instalado en Cuenca para dedicarse de lleno a su pasión, la pintura. A su labor pictórica hay que añadir los trabajos dentro del campo de la ilustración de libros, así como incursiones en el mundo de la estampa.

Debido a su personalidad creadora se ha mantenido siempre alejado de grupos y movimientos concretos. Su obra se basa en el dominio del dibujo, y en ella se puede observar una evolución desde la aplicación gestual del trazo en consonancia con el expresionismo abstracto hasta la utilización en la década de los noventa de una iconografía de carácter lúdico. Curiosos personajes por momentos grotescos, a caballo entre el mundo surrealista y el infantil, pueblan de manera anárquica toda la superficie de sus trabajos.

Como explica Andrés Trapiello, “las criaturas de Pagola tienen algo de los ‘duendes’ a los que se refiere Klee, y se encuentran a medio camino también: no son niños, no son viejos, tienen algo de los dos, el aspecto de clowns tristes y la ligereza de joviales fantasmas. Por eso cuando nos hallamos delante de una obra suya, de estilo inconfundible, yo no digo nunca, mira: un pagola, sino mira: Pagola”.